Cada 23 de julio se celebra el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, una fecha instaurada en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional para visibilizar la importancia de estos gigantes marinos y alertar sobre los múltiples peligros que enfrentan. Aunque el objetivo inicial fue pronunciarse contra la caza indiscriminada, hoy esta efeméride se convertida en una plataforma global para llamar a la acción en favor de su conservación.
Ballenas: colosos del océano
Las ballenas habitan en todos los océanos y destacan por su impresionante tamaño (la ballena azul, por ejemplo, puede superar los 30 m de longitud y pesar hasta 200 toneladas). A pesar de su apariencia pacífica, desempeñan roles vitales en el equilibrio de los ecosistemas marinos: como sumideros de carbono, cada ejemplar puede retener unos 33 toneladas de CO₂, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Existen cerca de 57 especies de ballenas distribuidas por rangos tan diversos como el Ártico o el Antártico. Se diferencian en dos grandes grupos:
- Ballenas barbadas: se alimentan filtrando el kril y otros crustáceos a través de sus barbas; por ejemplo, la azul, jorobada y franca.
- Ballenas dentadas: como las orcas y los cachalotes, que usan sus dientes para cazar presas vivas.
Delfines: inteligencia en movimiento
Aunque también pertenecen al orden de los cetáceos, los delfines se caracterizan por su menor tamaño, sociabilidad y velocidad. Con dientes adaptados para una alimentación carnívora, muchas especies viven en estrecho contacto con las costas y los humanos.
Su notable capacidad de ecolocación —emisores y receptores de sonido en ecosistemas complejos— les permite cazar y moverse coordinadamente. Además, su elevado grado de inteligencia los convierte en uno de los grupos de mamíferos marinos más fascinantes.
Amenazas que acechan
A pesar de las normativas, persisten numerosos riesgos para su supervivencia:
- Caza indefinida
Aunque en 1986 se aprobó una moratoria internacional, países como Islandia, Noruega y Japón siguen capturando ballenas —a veces bajo excusas científicas—, y la ballena azul estuvo al borde de la desaparición por ello. - Captura incidental
Delfines y marsopas quedan atrapados en redes de pesca, lo que lesiona a estas especies y también impacta negativamente a los pescadores. - Cambio climático
El aumento de la temperatura marina y la reducción del hielo polar obliga a migraciones más largas, disminuyendo su tiempo para alimentarse y reproducirse. - Contaminación
Deshechos plásticos y químicos (como PCB o metales pesados) se acumulan en sus tejidos, debilitando su sistema inmune y aumentando su vulnerabilidad a enfermedades. - Colisiones y ruido submarino
El intenso tráfico marítimo y la exploración sísmica generan choques, heridas graves y bruscos cambios en sus patrones de comunicación y orientación.
El Día Mundial de las Ballenas y los Delfines nos recuerda que estos majestuosos seres son indicadores esenciales de la salud de los océanos. Su conservación requiere decisiones urgentes: dejar atrás la caza comercial, mejorar las técnicas de pesca, reducir la contaminación y proteger sus rutas migratorias. Sólo así podremos asegurar que sigan cumpliendo su misión ecológica y sigan nadando libres en nuestros mares.
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