Epigenética explicada: El impacto del entorno en tus genes a lo largo de la vida

La epigenética surge como una perspectiva esencial para comprender por qué dos individuos con perfiles genéticos semejantes, como los hermanos, pueden desarrollar características, comportamientos o incluso predisposiciones de salud muy diferentes

Epigenética explicada: El impacto del entorno en tus genes a lo largo de la vida

Epigenética explicada: El impacto del entorno en tus genes a lo largo de la vida

El campo de la epigenética surge como una perspectiva esencial para comprender por qué dos individuos con perfiles genéticos semejantes —como sucede en el caso de los hermanos— pueden desarrollar características, comportamientos o incluso predisposiciones de salud muy diferentes. Lejos de reducirlo todo a la “biología pura”, este enfoque sostiene que aunque nuestra masa genética sea importante, las experiencias vividas y las condiciones ambientales también actúan con igual protagonismo.

Definición y alcance de la epigenética

En términos generales, la epigenética (o epigenómica) se encarga de analizar los mecanismos moleculares que regulan si ciertos genes se activan o se silencian sin que el orden de las bases del ADN —las letras A, C, G y T— sufra modificación. Funciona de manera similar a un “acento” en un idioma: No cambia la palabra misma, pero sí la forma de pronunciarla o interpretarla, y esto se logra a través de dos procesos principales:

  1. Metilación del ADN: la adición de grupos metilo (–CH₃) que apagan regiones específicas del genoma.
  2. Modificaciones de las histonas, proteínas alrededor de las cuales se enrolla el ADN, que también influyen en su accesibilidad y expresión.

Estos procesos forman lo que se conoce como el epigenoma, un sistema de marcas químicas que actúan como etiquetas reguladoras: definen si un gen debe estar “encendido” o “apagado” en cada célula, sin alterar su secuencia original.

La experiencia de vida en acción

El biólogo molecular Ezequiel Surace, durante su intervención en Infobae en Vivo, ilustró cómo estas marcas químicas permiten que nuestras vivencias —la alimentación, el ejercicio, el estrés— influyan directamente en el comportamiento de los genes. Aunque el ADN permanece inalterado, la epigenética modula qué genes se expresan en función del entorno, explicando cómo los gemelos —idénticos genéticamente— pueden divergir con el tiempo debido a sus diferentes historias y hábitos.

Surace describe este fenómeno como una mezcla entre lo genético y lo ambiental, afirmando que “la mayoría de los rasgos cotidianos son multifactoriales” —resultado de la combinación gen-estructura molecular más las vivencias individuales.

Más allá de las células: implicancias globales

Los efectos epigenéticos no se limitan a nivel individual. Existe evidencia creciente de que ciertos cambios químicos inducidos por el ambiente —como la exposición a drogas, contaminantes o estrés prolongado— pueden mantenerse a lo largo del tiempo e incluso transmitirse de padres a hijos, y en algunos casos, hasta a nietos. Estas huellas epigenéticas no alteran el ADN en sí, pero sí influyen en cómo las futuras generaciones leen ese mismo ADN.

Diversos estudios han asociado esos cambios con condiciones crónicas: enfermedades metabólicas, trastornos psiquiátricos, cánceres, afecciones cardiovasculares e incluso resultados cognitivos, dependiendo de cuándo se produzcan —por ejemplo, impertinencias en el útero materno o durante la infancia temprana.

Impacto social y ético

El conocimiento sobre epigenética redefine debates fundamentales: ¿hasta qué punto somos responsables por nuestras decisiones si nuestras experiencias moldean nuestra biología? ¿Podrían las condiciones adversas, como vivir en entornos estresantes o contaminados, tener consecuencias que trascienden generaciones? Estas preguntas están impulsando una profunda reflexión ética y social, invitando a repensar la prevención, la justicia intergeneracional y las políticas de salud pública.

La epigenética se configura hoy como un puente entre la genética fija y nuestra vida cambiante. Su esencia radica en comprender cómo lo vivido puede alterar la lectura de nuestro ADN, sin cambiar su escritura, y cómo esas modificaciones pueden tener peso no solo en nosotros, sino también en los que vendrán después. Este conocimiento permite ampliar nuestra mirada: pasamos de ver la genética como un destino inmutable a considerarla un lienzo sobre el cual las experiencias dejan su firma.

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