En un proyecto sin precedentes, científicos de diversas partes del mundo han reunido más de 2 000 muestras de heces humanas congeladas en un búnker suizo especializado. Estas muestras, cada una conteniendo miles de millones de microorganismos esenciales, forman parte del llamado Depósito de Emergencia de Microbios, destinado a preservar la biodiversidad microbiana que sustenta nuestra salud y la del planeta,
Un banco de vida microscópica: ¿por qué es urgente?
El objetivo principal es crear un repositorio de referencia que guarde y conserve microbiomas humanos y ambientales. No solo se trata de bacterias intestinales, sino también de virus, hongos y otros microorganismos que participan activamente en procesos vitales como la digestión, la defensa inmunológica y la regulación del ecosistema global .
Al estilo del famoso Banco de Semillas de Svalbard, que protege especies de plantas, este depósito microbiano funciona como una especie de “póliza de vida” ante una posible extinción o degradación profunda de estas comunidades biológicas. El uso indiscriminado de antibióticos, los pesticidas agrícolas y los cambios en la alimentación moderna son amenazas reales que podrían provocar la pérdida irreversible de especies microbianas fundamentales.
Inicios y escala del proyecto
La iniciativa nació con una fase piloto durante la cual se recolectaron más de 2 000 muestras fecales de personas en países como Benín, Brasil, Etiópía, Ghana, Laos, Tailandia y Suiza. Junto a estas, se incluyeron 190 muestras de alimentos fermentados también congeladas. Actualmente, todas esas muestras están preservadas a −80 °C en el Instituto de Microbiología Médica de la Universidad de Zúrich.
El equipo original, compuesto por 25 investigadores, ya ha logrado sumar a más de 100 expertos de al menos 32 países. La meta a corto plazo es reunir 10 000 muestras para 2029, incluyendo también variedades ambientales provenientes de plantas, animales y distintos ecosistemas.
¿Dónde y cómo se almacenará?
Se espera que el depósito cuente con una sede fija como un “búnker criogénico”, ubicado en países de clima frío como Suiza o Canadá. Además, la iniciativa está buscando asegurar fondos públicos que complementen las aportaciones filantrópicas actuales, de modo que el proyecto sea sostenible a largo plazo.
Fundamentos éticos y sostenibilidad
Los investigadores han publicado un marco ético en una reciente edición de Nature Communications, precisamente para conmemorar el Día Internacional del Microbioma (27 de junio de 2025). Este marco establece principios claros como:
- Soberanía de los donantes: quienes aportan muestras conservarán derechos sobre ellas.
- Colaboración equitativa: se garantizará beneficios compartidos.
- Gobernanza ética: las decisiones serán transparentes e inclusivas, especialmente respecto a comunidades locales e indígenas.
¿Para qué servirá este banco de microbios?
Aunque por ahora no se ha demostrado que reintroducir estas muestras en seres humanos o ecosistemas reponga comunidades bípticas completas, los científicos confían en que, en el futuro:
- Se puedan desarrollar terapias médicas basadas en restaurar microbiomas dañados.
- Se optimicen prácticas agrícolas, aprovechando microorganismos que mejoren la fertilidad y salud del suelo.
- Se posibilite la recuperación de ecosistemas, especialmente en regiones con microbiotas esenciales para el control del clima o del ciclo de nutrientes.
Martin Blaser, codirector de la iniciativa, ha declarado que “esta pérdida es comparable al cambio climático” y avisa que, si no se actúa pronto, podríamos enfrentarnos a graves problemas tras la desaparición irreparable de estos microorganismos.
Mirando al futuro
Los desafíos incluyen desarrollar las tecnologías adecuadas para usar estas muestras con eficacia. Los investigadores esperan que en los próximos 100 años, las muestras conservadas puedan convertirse en una herramienta crucial para mitigar catástrofes biológicas mayores, devolviéndole la diversidad perdida al microbioma global .
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