En una noche cargada de anécdotas y nostalgia, la Biblioteca Nacional de la Crónica de Cancún fue escenario de un insólito viaje al pasado. El conversatorio Los primeros hoteles de playa, organizado por las asociaciones hermanas Pioneros y Fundadores de Cancún, que contó con la presencia de Kemil Rizk, ex director de Fonatur, quién relató los orígenes de uno de los destinos turísticos más importantes del mundo.
—Mi primer trabajo fue recorrer la zona turística… y ponerle precio a cada lote. Así de simple. Así de complejo.
—Dos dólares, ese fue el precio del lote más barato.
—Diez dólares, el más caro. Punta Cancún, la zona donde más tarde se levantaría el Camino Real.
El Plan Maestro contemplaba una secuencia de densidades: baja, media, alta y luego de nuevo baja, siguiendo una lógica inspirada en Miami que en aquellos años era el modelo turístico de referencia en el mundo.
“No queríamos casas vacías de invierno. Necesitábamos turistas que vinieran, gastaran y se quedaran en hoteles”, recordó Rizk frente a un público atento, entre ellos el cronista Fernando Martí, representante de la Biblioteca Nacional de Crónica de Cancún.
Pero el entusiasmo no era suficiente. Hacía falta inversión, y no era sencillo convencer a empresarios de invertir en una playa sin turistas y un aeropuerto que apenas estaba en construcción.
“Las grandes cadenas hoteleras nunca llegaron. Buscamos empresarios varias veces y nunca vinieron. Al final, el Banco de México ordenó a los bancos nacionales financiar la construcción de hoteles y así nacieron proyectos como el hotel Cancún Caribe, impulsados por banqueros que no sabían nada de hotelería”.
@verasnewsmx #Historia 😮🏝️En los años de fundación, en #Cancún, costaba tan solo 2 dólares el m², pocos querían invertir en este paraíso que años más tardes se convertiría en un referente mundial en el #Turismo ♬ News, news, seriousness, tension(1077866) – Lyrebirds music
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Ante la necesidad de brindar credibilidad, surgió una figura innovadora: el condotel. Mitad condominio, mitad hotel que permitía construir cuartos y atraer inversionistas bajo la promesa de rentabilidad hotelera.
Kemil Rizk explicó que él fue el encargado de registrar el proyecto Kin Há ante la Securities and Exchange Commission en Washington, un proceso que costó cerca de medio millón de dólares. “Leías el prospecto y pensabas: nadie va a invertir. No había nada: ni ciudad, ni turistas, ni infraestructura. Pero ahí empezó todo”.
Los primeros inversionistas no fueron grandes cadenas ni corporativos: fueron doctores, arquitectos, yucatecos arriesgados y personajes como el Dr. Davis, quien utilizaba su estancia en Chetumal para realizar cirugías reconstructivas gratuitas de labio leporino. “Ese tipo de personas creyeron en este lugar cuando no había más que arena y mar”.
El conversatorio también abordó cómo Fonatur se vio obligado a asociarse con particulares para consolidar los primeros hoteles y cómo esos esfuerzos iniciales —entre la audacia, la improvisación y la visión— permitieron cimentar las bases del Cancún que hoy conocemos.
Desde los lotes de dos dólares hasta los prospectos de 60 páginas llenos de advertencias, Cancún se levantó sobre la fe de unos cuantos y la determinación de un proyecto de estado en donde, con sus grandes éxitos y errores, registra actualmente más de 35 mil cuartos de hotel y millones de visitantes cada año.
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