Egipto celebra un siglo del descubrimiento arqueológico más importante de la historia de la máscara de Tutankamón, con una exposición monumental que revive el esplendor del faraón niño y su legado inmortal. Este 4 de noviembre se cumplen 100 años del descubrimiento de la tumba del faraón Tutankamón, uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la historia. En 1925, el arqueólogo británico Howard Carter encontró en el Valle de los Reyes, Egipto, la icónica máscara funeraria de oro, símbolo de la majestuosidad y el misterio del Antiguo Egipto.
Para conmemorar el centenario, el Museo Egipcio de El Cairo inauguró una exposición especial titulada “El Rostro de la Eternidad”, que reúne más de 150 piezas originales, fotografías inéditas y documentos del proceso de excavación.
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La máscara, elaborada en oro macizo, lapislázuli, cuarzo y obsidiana, representa el rostro idealizado del joven faraón, quien murió a los 19 años. Su perfección y simbolismo han inspirado a generaciones enteras de historiadores, artistas y amantes de la cultura egipcia.
Durante la ceremonia inaugural, el ministro de Antigüedades, Ahmed Issa, destacó que Tutankamón sigue siendo un puente entre el pasado y el presente. “Hace un siglo, Carter abrió la puerta al alma de Egipto. Hoy celebramos no solo un descubrimiento, sino el poder inmortal de la historia”, señaló.
La exposición también aborda los avances tecnológicos aplicados a la conservación de los objetos hallados en la tumba. Por primera vez, se presentó una reconstrucción digital tridimensional del sepulcro original, acompañada de proyecciones inmersivas y sonidos ambientales.
Científicos egipcios confirmaron recientemente que la máscara fue fabricada con oro procedente del Alto Nilo, lo que refuerza su valor cultural y simbólico como una obra puramente nacional.
El hallazgo de Tutankamón no solo revolucionó la arqueología moderna, sino que reavivó el interés mundial por el Egipto faraónico. “Nunca antes un descubrimiento había capturado tanto la imaginación del público”, recordó la egiptóloga Zahi Hawass.
La máscara, moldeada hace más de 3.200 años, representa al joven faraón como Osiris, dios de la resurrección, y se convirtió en el símbolo más icónico de la civilización faraónica. Su aparición se produjo tras casi dos décadas de trabajo arqueológico iniciado por Carter en 1907 junto a Lord Carnarvon, en un proyecto que incluyó largos años de exploraciones, interrupciones por la Primera Guerra Mundial y la búsqueda incansable de una tumba real intacta.
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A un siglo de su hallazgo, la máscara sigue siendo una de las piezas más visitadas del mundo y un símbolo de identidad egipcia.
El aniversario de Tutankamón no solo celebra la grandeza del pasado, sino la promesa de que la historia, cuando se honra, sigue viva bajo la luz dorada de la eternidad
El descubrimiento de la tumba KV62, con más de 6.000 objetos, consolidó la importancia científica del hallazgo. Sin embargo, fue la máscara la que capturó la imaginación global, desencadenando la llamada egiptomanía, un fenómeno cultural que influyó en la moda, el arte y el cine, y llevó el estudio del Antiguo Egipto a la esfera pública y popular.
En diciembre de 1925, la pieza fue trasladada a El Cairo y expuesta en el Museo Egipcio de la plaza Tahrir, donde permaneció casi un siglo antes de ser reubicada en el Gran Museo Egipcio de Guiza, que abrirá formalmente sus puertas el 1 de noviembre, reuniendo por primera vez todos los tesoros de Tutankamón en un solo espacio.
Cien años después, la máscara de Tutankamón sigue siendo un referente mundial del patrimonio arqueológico y un testimonio del poder simbólico del oro, las piedras preciosas y la fascinación por la historia antigua. Su hallazgo no solo redefinió la egiptología, sino que dejó una huella indeleble en la cultura global.
