Relación simbiótica entre árboles y hongos podría ser clave contra la desertificación

Un estudio reciente de la Universidad de Zúrich y el centro suizo Agroscope ha revelado que algunos árboles establecen relaciones simultáneas con dos tipos diferentes de hongos micorrízicos

Relación simbiótica entre árboles y hongos podría ser clave contra la desertificación

Relación simbiótica entre árboles y hongos podría ser clave contra la desertificación

Bajo la superficie de los bosques, se extiende una vasta red subterránea donde las raíces de los árboles se entrelazan con hongos micorrízicos, formando una alianza simbiótica esencial para el intercambio de nutrientes y agua. Esta colaboración permite a los árboles enfrentar condiciones adversas como suelos pobres y sequías prolongadas.

Un estudio reciente de la Universidad de Zúrich y el centro suizo Agroscope ha revelado que algunos árboles establecen relaciones simultáneas con dos tipos diferentes de hongos micorrízicos. Esta “doble alianza” mejora significativamente su capacidad de adaptación, permitiéndoles resistir mejor la escasez de agua y nutrientes. Analizando más de 400 especies de árboles, los investigadores encontraron que aquellos con asociaciones fúngicas múltiples eran más eficaces en enfrentar condiciones ambientales difíciles.

Esta estrategia simbiótica dual no solo fortalece la resistencia de los árboles, sino que también les permite colonizar nuevos territorios donde otras especies no sobreviven. La expansión radicular facilitada por la doble asociación fúngica proporciona una ventaja competitiva en ecosistemas cambiantes. Los árboles con estas alianzas no dependen de su linaje evolutivo, sino de su adaptabilidad, convirtiéndose en colonizadores más agresivos y eficaces.

Con el avance del cambio climático, que transforma bosques frondosos en regiones áridas y erosionadas, estos árboles con doble alianza se perfilan como candidatos clave para programas de reforestación. Su uso más eficiente de agua y nutrientes les permite no solo sobrevivir, sino prosperar en contextos de estrés climático, orientando la selección de especies forestales para proyectos sostenibles en regiones amenazadas por la desertificación.

El impacto de estas asociaciones va más allá del individuo. Los árboles con alianzas micorrízicas dobles mejoran los suelos, previenen la erosión y fomentan la biodiversidad, actuando como ingenieros del ecosistema capaces de transformar paisajes deteriorados en entornos ricos en vida. Estas conexiones subterráneas fortalecen el ecosistema completo, beneficiando desde insectos hasta microorganismos que dependen indirectamente de ellas.

Este descubrimiento plantea preguntas valiosas: ¿Cuántas especies vegetales podrían beneficiarse de asociaciones fúngicas múltiples? ¿Podrían los cultivos agrícolas aprovechar esta estrategia? ¿Qué papel juegan estos hongos ante eventos climáticos extremos? Responder a estas interrogantes podría revolucionar la agricultura regenerativa, los programas de restauración ecológica y la lucha contra la desertificación.

En resumen, la simbiosis entre árboles y hongos micorrízicos no solo es fundamental para la supervivencia de los árboles en condiciones adversas, sino que también ofrece soluciones sostenibles para enfrentar los desafíos del cambio climático y la degradación ambiental.

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