Un grupo de argentinos no solo alza la vista hacia el cielo, sino que proyecta su mirada más allá: hacia el espacio exterior. En este contexto, la red ConstelAr, liderada por Noel de Castro —la primera candidata a astronauta de Argentina— impulsa un ambicioso proyecto. La idea central es embarcar cuarenta cartas escritas y dibujadas por niños argentinos en un vuelo suborbital, con el propósito de que estos mensajes viajen “más allá de la Tierra” y que esa experiencia estimule el interés de los jóvenes por la ciencia espacial.
Este proyecto cobra vida en un momento particularmente inspirador para Argentina: la reciente oficialización de Noel de Castro como aspirante a volar hacia la Estación Espacial Internacional en 2027 ha generado un renovado entusiasmo por la exploración espacial en el país. ConstelAr, fundada por de Castro junto con Marcos Bruno y Carolina Renaud, busca articular el sector público, privado y académico para poner a Argentina en el mapa de la exploración espacial desde una perspectiva educativa.
Carolina Renaud, abogada y directora de Operaciones de ConstelAr, explica que una de las motivaciones principales de la red fue generar conversaciones sobre el espacio desde las escuelas. Entre sus múltiples iniciativas, surgió la idea de recolectar cuarenta cartas de niños de distintas provincias del país para enviarlas al espacio. Para lograrlo, Renaud viaja por todo Argentina, dando charlas en colegios y centros de jóvenes, con el fin de invitarlos a participar antes de que expire el plazo, previsto en solo algunas semanas.
La convocatoria ha tenido un alcance nacional. Ya llegaron cartas de niños de lugares como Río Negro, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Jujuy. Además, se espera que lleguen más desde provincias como Salta, Misiones, Entre Ríos, Tucumán, Mendoza, Santa Cruz, Corrientes e incluso desde la Antártida: ConstelAr recibió una misiva de la Escuela N° 38 de la Base Esperanza. Parte de ese material se guarda actualmente en la casa de Renaud en Buenos Aires, mientras que otras están en Houston, en poder de Noel de Castro.
El siguiente paso del proyecto es que estas cartas viajen en un cohete de Blue Origin, la empresa aeroespacial fundada por Jeff Bezos. Dado que la recepción superó a lo esperado, se seleccionarán 40 cartas mediante un sorteo: por ejemplo, en una escuela de Mendoza se recibieron más de 300.
Detrás de esta iniciativa hay una intención clara: no se trata solo de hacer algo simbólico, sino de sembrar en las aulas el lenguaje del espacio. “Que se hable de lo que significa tener una astronauta, que los chicos conozcan las profesiones vinculadas con la exploración espacial”, explica Renaud. Hace poco, ofreció una charla para 500 alumnos en Córdoba para justamente impulsar esa conversación.
Las cartas están llenas de creatividad y esperanza. Muchos niños plasman en sus hojas dibujos de cohetes, de la Luna, de la Tierra, y expresan sueños muy profundos. Renaud recuerda que una niña pidió recibir “un pedacito de la Luna”; otra escribe desde un pueblo en la Puna de Jujuy, a 4.000 metros de altura, y describe la vida sencilla de su comunidad de apenas 800 habitantes.
Cuando las cartas vuelvan a la Tierra después de su vuelo (se estima que estarán fuera entre 15 y 20 minutos), serán certificadas por Blue Origin para demostrar que realmente llegaron al espacio. Luego serán devueltas a las escuelas que participaron, con un sello especial que confirme su viaje. Renaud subraya que este regreso no es un cierre, sino el inicio de algo más grande: un primer paso para nuevas actividades que promuevan la ciencia espacial.
Además del efecto simbólico, este proyecto busca despertar vocaciones. “Queremos que la gente se movilice, que desde la educación se despierte la curiosidad por la ciencia”, afirma Renaud. Tiene un énfasis especial en motivar a las niñas: explica que muchas expresan deseos de ser astronautas o ingenieras y que es muy importante que vean esas opciones como reales para su futuro. (LA NACION) Ella considera que la presencia de Noel de Castro como candidata astronauta oficial ha marcado un antes y un después: “Con ella, ser astronauta dejó de ser un sueño lejano para convertirse en algo tangible”, afirma.
En cuanto a Noel, la preparación es intensa. Es ingeniera biomédica, tiene una maestría en ingeniería aeroespacial y está entrenándose en Estados Unidos para su futuro vuelo. Según Renaud, esta es la primera vez que Argentina cuenta con una candidata oficial a astronauta, y eso representa un logro histórico. Noel lleva alrededor de un año y medio preparándose en el Instituto Internacional de Ciencias Astronáuticas, donde ha completado diversos entrenamientos, incluyendo un curso específico sobre el amerizaje de cápsulas espaciales.
Ese entrenamiento fue exigente: duró entre tres y cuatro meses de manera virtual y teórica, y cerró con una semana presencial en Groton, cerca de Nueva York, donde Noel participó con otros aspirantes de Chile, Canadá y Alemania. Además, usó trajes de astronauta y aprendió en un entorno muy real, lo que subraya la seriedad de su formación.
El instituto donde se entrena está dirigido por ingenieros que trabajaron para la NASA y que participaron en el diseño de la cápsula Orion, la misma que se usará en futuras misiones lunares como Artemis (planeada para febrero de 2026). Renaud destaca con orgullo que una argentina esté allí: “Es un aprendizaje altamente especializado, y es un honor que una mujer de nuestro país lo esté llevando adelante”, concluye.



