Un incendio masivo que estalló en Tlaquepaque, Jalisco, en abril de 2025 impulsó a la Guardia Nacional (GN) mexicana a activar su Plan D-III-E, un protocolo diseñado para gestionar desastres a gran escala y proteger a las comunidades afectadas. El incendio, que arrasó barrios residenciales y zonas comerciales, dejó a decenas de familias desplazadas y causó daños millonarios. La rápida respuesta de la GN subrayó la importancia de la gestión coordinada de emergencias para mitigar el impacto de estas crisis.
El Plan D-III-E, parte del marco nacional de respuesta a desastres de México, permitió a la GN desplegar cientos de efectivos en Tlaquepaque a pocas horas de iniciarse el incendio. Sus principales tareas incluyeron ayudar a los bomberos a contener el incendio, evacuar a los residentes de las zonas de alto riesgo y asegurar el perímetro para evitar saqueos. La operación fue una proeza logística que requirió una estrecha colaboración con la policía local, la Agencia de Protección Civil de Jalisco y grupos de voluntarios.
El origen del incendio sigue bajo investigación, pero los primeros informes apuntan a una combinación de factores, como la sequía y el abandono de terrenos baldíos donde se acumularon materiales inflamables. Tlaquepaque, conocida por sus vibrantes mercados artesanales y su encanto histórico, se ha enfrentado a un creciente riesgo de incendios debido a la expansión urbana y la insuficiencia de medidas preventivas. El desastre ha reavivado los llamados a una regulación más estricta del uso del suelo y a una mayor financiación de la infraestructura de prevención de incendios.
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Los residentes elogiaron la eficiencia del GN, pero expresaron su frustración por los problemas sistémicos más amplios que permitieron que el incendio se intensificara. Los líderes comunitarios señalaron que la infraestructura hídrica obsoleta obstaculizó las labores de extinción, mientras que las calles estrechas en los barrios más antiguos dificultaron el acceso de los vehículos de emergencia al incendio. Estos desafíos resaltan la necesidad de reformas en la planificación urbana para abordar la creciente vulnerabilidad de Tlaquepaque a los desastres.
El costo humano del incendio fue considerable. Familias perdieron sus hogares, negocios y posesiones preciadas, y muchas buscaron refugio temporal en centros comunitarios. La GN colaboró con la Cruz Roja para distribuir alimentos, mantas y suministros médicos, mientras que organizaciones benéficas locales lanzaron campañas de financiación colectiva para apoyar las labores de recuperación. La solidaridad de voluntarios y vecinos brindó un rayo de esperanza en medio de la devastación.
La función del GN se extendió más allá de la respuesta inmediata. Bajo el Plan D-III-E, el personal se encargó de mantener el orden público y prevenir incidentes secundarios, como fugas de gas o incendios eléctricos. Su presencia ayudó a estabilizar la situación, permitiendo a las autoridades locales centrarse en la evaluación de los daños y la planificación de la reconstrucción. La operación también incluyó vigilancia aérea para detectar nuevos focos de incendios, una medida crucial dada la sequía persistente en la región.
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Con información de INFOBAE
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