La navegación marítima como fuente de ocio comenzó en 1784 con el Deux Frères, el primer transatlántico que conectó La Havre con Nueva York.
Desde entonces, el turismo de cruceros ha evolucionado significativamente, convirtiéndose en una industria global que transporta millones de pasajeros cada año. A pesar de su atractivo como experiencia turística, el impacto ambiental de esta actividad plantea serios desafíos de sostenibilidad.
La popularidad y la expansión del turismo de cruceros
Un crucero es definido como un viaje marítimo de placer cuyo objetivo principal es el alojamiento y transporte de pasajeros para visitar diversos destinos.
TAL VEZ TE INTERESE: Aprueban impuesto a turistas de cruceros que lleguen a México
Aunque su popularidad despegó en la década de 1970 con rutas al Caribe, la industria se ha expandido a todo el mundo, con itinerarios que ahora incluyen puertos en Asia, Europa y hasta la Antártida. Sin embargo, este crecimiento ha traído consigo graves consecuencias ambientales.
Los cruceros más grandes, como el Icon of the Seas, destacan por su capacidad para más de 10,000 personas y una amplia gama de servicios de ocio.
Estos “megacruceros” no solo incrementan la demanda energética, sino también la cantidad de desechos generados y las emisiones contaminantes, impactando negativamente en los ecosistemas marinos y costeros.
Problemas ambientales que dejan los cruceros
La construcción y operación de cruceros genera una presión significativa sobre el medio ambiente. Desde las modificaciones necesarias en los litorales para construir infraestructura portuaria hasta el uso de combustibles fósiles altamente contaminantes, los efectos son alarmantes.
La quema de combustible genera emisiones de gases de efecto invernadero, material particulado y óxidos de azufre, responsables de la contaminación del aire. En Europa, un estudio de 2017 reveló que los cruceros emitieron diez veces más óxidos de azufre que toda la flota de vehículos del continente.
Además, los cruceros generan grandes cantidades de desechos sólidos y líquidos. Un viaje típico de una semana produce 210,000 galones de aguas residuales, 50 toneladas de basura y 25,000 galones de agua de sentina oleosa. También se estima que un solo crucerista genera 3.5 kg de desechos al día, comparables a las emisiones anuales de un ciudadano europeo en un viaje de siete días.
El ruido generado por los motores y actividades a bordo perturba a la fauna marina, obligando a muchas especies a abandonar sus hábitats naturales. Asimismo, el anclaje de los cruceros destruye organismos marinos y daña ecosistemas sensibles.
Un llamado a la acción
A pesar de los esfuerzos de la industria por proyectar una imagen sostenible, muchas prácticas de sostenibilidad resultan ser estrategias de greenwashing.
Este término describe tácticas de comunicación engañosa que ocultan los verdaderos impactos negativos de las actividades económicas, mientras se resalta un compromiso superficial con la sostenibilidad.
El turismo de cruceros, si bien ofrece beneficios económicos para destinos portuarios, plantea desafíos urgentes que deben abordarse. La industria necesita adoptar prácticas sostenibles reales, invertir en tecnologías menos contaminantes y regular más estrictamente su impacto ambiental para garantizar un futuro donde el turismo y la preservación ambiental puedan coexistir.
TAL VEZ TE INTERESE: 56 vuelos y 28 cruceros llegarán esta semana a Cozumel