El concierto de Oasis en Wembley Stadium el 2 de agosto de 2025, parte de su gira de reunión Live ’25, marcó un hito inesperado: los 80,000 asistentes consumieron 250,000 pintas de cerveza, equivalente a 4,500 barriles, estableciendo un récord histórico en el estadio.
Este logro, que superó los 125,000 pintas de Coldplay en 2024 y las 40,000 de Taylor Swift en su Eras Tour, refleja la euforia de los fans tras 16 años sin ver a los Gallagher juntos, pero también generó críticas por el descontrol y las consecuencias de un evento masivo.
La gira, que comenzó en Cardiff el 4 de julio, reúne a Noel y Liam Gallagher tras una ruptura en 2009 marcada por disputas públicas. Wembley, con siete fechas agotadas, es el epicentro de esta reconciliación, pero el récord de consumo de alcohol ha desviado la atención del espectáculo musical. Algunos fans celebran la hazaña como parte del espíritu rebelde de Oasis, mientras otros la ven como una señal de excesos que empañan la experiencia.
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El concierto, con un setlist que incluyó clásicos como Live Forever y Champagne Supernova, fue un éxito, pero la tragedia de un fan que murió al caer desde el nivel superior opacó la noche. Testigos reportaron pisos resbaladizos por bebidas derramadas, lo que generó cuestionamientos sobre la seguridad en el estadio. La banda expresó sus condolencias, pero no abordó directamente el récord de consumo, lo que algunos consideran una omisión deliberada.
El consumo masivo de cerveza, que duplicó el récord previo, ha sido vinculado a la permisividad en Wembley, donde se permitió llevar bebidas a las gradas, una práctica poco común. Esto, sumado a la falta de intervención de la seguridad ante fans que se inclinaban sobre las barandillas, intensificó las críticas hacia los organizadores. Algunos asistentes señalaron que la atmósfera, aunque vibrante, se volvió caótica, especialmente al final del concierto.
La hazaña también refleja la cultura de los fans de Oasis, muchos de los cuales asocian la banda con el fútbol y la camaradería etílica. La celebración conocida como Poznan, adoptada por los hinchas del Manchester City, se repitió en Wembley, con miles de fans dando la espalda al escenario para saltar al ritmo de Lyla. Sin embargo, críticos culturales argumentan que este récord refuerza estereotipos sobre el público británico y desvía el foco de la música.
El impacto económico del récord es notable: las ventas de cerveza generaron millones para Wembley y sus proveedores, pero también dejaron una huella ambiental, con miles de vasos desechables descartados. Activistas han pedido que eventos futuros adopten medidas sostenibles, como vasos reutilizables, pero los organizadores no han respondido públicamente a estas demandas.
La gira de Oasis, que incluye paradas en México y Estados Unidos, ha revitalizado el interés por el Britpop, con seis discos de la banda reingresando a las listas británicas. Sin embargo, el récord de Wembley ha generado debates sobre la responsabilidad de los artistas en eventos masivos. Algunos sugieren que Oasis, con su imagen de rebeldía, podría haber influido indirectamente en el comportamiento de los fans.
El contraste entre la euforia del récord y la tragedia del fallecimiento plantea preguntas sobre la gestión de multitudes en Wembley, el estadio más grande de Reino Unido. En 2022, un fan de Harry Styles cayó en Glasgow sin consecuencias graves, pero el incidente de Oasis subraya la necesidad de revisar protocolos de seguridad, especialmente en eventos con alta ingesta de alcohol.
El récord también ha reavivado críticas hacia el modelo de negocio de los conciertos, con boletos que alcanzaron precios exorbitantes en reventa, algunos hasta 23,603 libras. La investigación de la Autoridad de Competencia y Mercados británica sobre Ticketmaster, que incluyó la cancelación de 50,000 entradas revendidas, sugiere que el frenesí por Oasis exacerbó prácticas abusivas en la industria.
Mientras Oasis continúa su gira, el récord de Wembley permanecerá como un símbolo agridulce: una celebración de la pasión de los fans, pero también un recordatorio de los riesgos de los excesos. Los Gallagher, que alguna vez fueron sinónimo de caos, ahora enfrentan el desafío de canalizar esa energía sin repetir los errores del pasado.
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Con información de INFOBAE
