Por Patricia Santos
Porque de la vida es lo más importante hoy hablaré de bioluminiscencia, segunda parte.
El fenómeno natural de la bioluminiscencia, allende de la fascinación que ejerce sobre las personas, cumple funciones vitales entre los seres vivos que lo presentan.
La naturaleza produce luz como señuelo, los peces de las profundidades como el rape, atraen a sus presas al iluminarse.
Entre los habitantes del plancton, los dinoflagelados organismos unicelulares bioluminiscentes por excelencia, brillan cuando detectan un depredador, así “iluminan” al depredador haciéndolo vulnerable y visible, al atraer la atención sobre él, de los depredadores de los niveles alimenticios superiores.
Ciertos calamares y pequeños crustáceos utilizan mezclas químicas bioluminiscentes, o suspensiones bacterianas capaces de producir luz, de la misma forma en que algunos calamares y pulpos hacen uso de su propia tinta. Una nube de material luminiscente es expulsado, con el propósito de distraer o repeler un posible depredador, mientras el animal escapa a un lugar seguro, esta es una estrategia de contra iluminación, como si de una capa de invisibilidad se tratara y lo hubiese protegido.
Existe un tipo de bioluminiscencia menos común: la luz roja, esta es utilizada por los peces Dragonfish Negros, este resplandor rojo permite a los peces visualizar especies juveniles rojas que son normalmente invisibles en el fondo de los océanos, donde la luz roja ha sido filtrada por la columna de agua.
Ya sea para iluminación, distracción, camuflaje, señuelo, comunicación, o defensa, hay a quienes brillar por si mismos se les dá.