Yucatán, tierra de riqueza cultural e histórica —como Mérida, la Capital Americana de la Cultura 2000— enfrenta un duro contraste: a pesar de su identidad y logros artísticos, regrasa en indicadores educativos. La entidad se encuentra ubicada entre los peores lugares a nivel nacional: es el octavo estado con mayor rezago educativo y el décimo con menor promedio de escolaridad. Su rendimiento se sitúa por debajo de la media nacional, según datos del INEGI y la Secretaría de Bienestar.
El rezago más claro de la península
Esta brecha educativa no es solo nacional; también es regional. Dentro de la península de Yucatán, esta entidad es la más rezagada en términos educativos, mientras que Quintana Roo ostenta los mayores avances, con Campeche en una posición intermedia.
Datos adicionales sobre la educación en Yucatán
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- Durante el ciclo escolar 2023-2024, la matrícula estudiantil disminuyó en 3.8 %, lo que equivale a una pérdida de más de 25 000 estudiantes, aunque hubo un aumento en número de escuelas (6 %) y docentes (1.3 %).
- La deserción escolar alcanzó niveles alarmantes: 8.3 % en nivel medio superior y hasta 11.2 % en educación superior, muy por encima del promedio nacional de 5.3 %.
- El rezago educativo afecta a más de la quinta parte de la población mayor de 15 años, es decir, más de medio millón de personas no han completado la educación básica.
Factores que agravan el panorama educativo
- Brechas sociales persistentes: la pobreza, desigualdad, y marginación —especialmente en zonas rurales e indígenas— dificultan el acceso y la permanencia en la escuela.
- Secuelas de la pandemia: la interrupción educativa dejó atrasados a miles, muchos de ellos aún sin reintegrarse al sistema.
- Débil infraestructura y escasa adaptación: el aumento en plantas y maestros no ha sido suficiente para revertir el abandono escolar, pues no se abordan las causas estructurales.
Necesidad de una transformación
Yucatán enfrenta una paradoja: un rico legado cultural, una capital reconocida, pero un sistema educativo que no logra retener a su población estudiantil ni garantizar niveles adecuados de escolaridad. El estado necesita políticas integrales, financiamiento adecuado, estrategias diferenciadas (sobre todo para mujeres, comunidades indígenas y zonas rurales) y programas post-pandemia efectivos.
Solo con una visión educativa inclusiva, sólida y adaptada a realidades locales, Yucatán podrá recuperar terreno y cerrar la brecha que lo separa de sus pares peninsulares y del resto del país.
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