La zona arqueológica Yok’ob, santuario oculto de la selva maya, tiene un gran potencial para captación de turismo cultural y ecoturismo, asegura Bonifacio Kauil Chi, guía en la comunidad de Sabán, ubicada en el municipio de José María Morelos, en la zona centro de Quintana Roo.
Se trata de una zona arqueológica poco explorada, distribuida en alrededor de 11 kilómetros cerca de la comunidad de Sabán, y aunque ha sido difícil abrir los espacios y recorridos, ya existe un acuerdo entre la autoridad ejidal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para que se pueda visitar.
Yok’ob, un sitio arqueológico poco conocido en la selva de Bacalar, Quintana Roo, es un santuario maya que cautiva por su misticismo y su integración con la naturaleza. Este asentamiento, cercano a la laguna de los Siete Colores, es un vestigio de la antigua civilización maya.
Durante el periodo Clásico (250-900 d.C.), Yok’ob fue un centro ceremonial y residencial vinculado a la región de Dzibanché. Sus estructuras, aunque modestas, incluyen plataformas y pequeños templos que reflejan la vida espiritual de los mayas.
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El sitio destaca por su ubicación en la selva, rodeado de cenotes y vegetación densa. Los arqueólogos del INAH han identificado altares y estelas que sugieren rituales dedicados a deidades como Chaak, el dios de la lluvia, crucial para la agricultura local.
Yok’ob permanece poco explorado, lo que lo convierte en un destino ideal para quienes buscan experiencias auténticas lejos del turismo masivo. Los senderos del sitio ofrecen vistas de la fauna local, como monos araña y aves tropicales.
El INAH trabaja en la conservación de Yok’ob, limitando el acceso para proteger las ruinas de la erosión y el vandalismo. Los visitantes deben coordinar su entrada con guías autorizados, disponibles a través de cooperativas locales en Bacalar.
A diferencia de Chichén Itzá, Yok’ob ofrece una experiencia íntima, con pocas estructuras restauradas pero un ambiente que evoca la conexión de los mayas con la naturaleza. Los cenotes cercanos eran considerados portales al inframundo.
En Instagram, los viajeros comparten imágenes de las ruinas cubiertas de musgo y la laguna de Bacalar, destacando la tranquilidad del lugar. El hashtag #YokobMaya ha ganado popularidad entre los amantes de la arqueología.
El acceso a Yok’ob es limitado, con horarios de 9:00 a 15:00, y se recomienda llevar calzado cómodo, repelente y agua. La entrada tiene un costo aproximado de $100 MXN, que apoya los esfuerzos de conservación.
El sitio está a unos 30 minutos de Bacalar, accesible por carretera o tours organizados. El Tren Maya, que conectará la región, promete facilitar las visitas a este tesoro escondido en los próximos años.
Yok’ob es un recordatorio del legado maya, donde la selva y la historia se entrelazan para ofrecer una experiencia única. Este santuario oculto espera a quienes buscan descubrir la magia del pasado.
Con información de La Jornada Maya
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