Un impresionante hallazgo sorprendió a habitantes y especialistas cuando, durante las obras realizadas en la zona de La Lagunilla, en la Ciudad de México, fueron descubiertas tumbas y piezas de cerámica pertenecientes al periodo Azteca III. Este descubrimiento no solo detuvo momentáneamente los trabajos, sino que abrió una nueva ventana hacia la historia del Valle de México, revelando rastros de vida que datan de más de 500 años.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia confirmó que el hallazgo comprende restos humanos enterrados de manera ritual, lo que podría indicar la presencia de un asentamiento o área ceremonial activa durante la última etapa del Imperio mexica. La disposición de los cuerpos, así como la calidad de las piezas encontradas, sugiere prácticas funerarias cuidadosamente realizadas.
Las piezas de cerámica Azteca III destacan por su estilo decorativo y su buen estado de conservación. Entre los objetos identificados se encuentran vasijas, figurillas y fragmentos con iconografía típica del periodo, lo que permitirá a los especialistas analizar técnicas de elaboración y posibles usos en la vida cotidiana o ritual. Este tipo de cerámica es esencial para comprender la evolución cultural de la etapa posclásica tardía.
El descubrimiento es especialmente relevante debido a su ubicación. La Lagunilla, actualmente un punto comercial emblemático, formaba parte de espacios de actividad intensa en la antigua Tenochtitlan. Los arqueólogos señalan que estos hallazgos podrían estar vinculados a zonas residenciales o cívicas cercanas, lo que enriquecerá la comprensión del trazado urbano prehispánico.
Durante la inspección del área, los expertos destacaron que los entierros presentan una orientación y acomodo que coincide con otras zonas mexicas excavadas anteriormente. Esto permitirá comparar patrones y establecer relaciones entre distintos sectores de la capital prehispánica, lo cual podría aportar datos clave sobre la estructura social del periodo.
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A raíz del descubrimiento, las obras civiles fueron ajustadas para permitir excavaciones más profundas y detalladas. Se han colocado medidas de protección y delimitación del sitio con el objetivo de evitar daños a las piezas y restos encontrados. El proceso se está llevando a cabo bajo estricta supervisión para garantizar que cada elemento sea registrado adecuadamente.
La comunidad local ha mostrado interés y curiosidad por el hallazgo, que ya se comenta ampliamente entre comerciantes y vecinos. Para muchos, resulta impactante imaginar que, bajo las calles por las que caminan diariamente, existieron asentamientos tan antiguos y complejos. El descubrimiento ha despertado un sentido renovado de identidad y pertenencia.
Los arqueólogos aseguran que estos hallazgos ayudarán a reconstruir fragmentos perdidos de la vida cotidiana mexica, como la manera en que se organizaban los barrios y cómo realizaban sus rituales funerarios. La cerámica recuperada también permitirá identificar influencias artísticas y posibles intercambios comerciales de la época.
Aunque aún es temprano para determinar la magnitud total del descubrimiento, los expertos creen que este hallazgo podría dar pie a nuevas investigaciones en la zona. La posibilidad de encontrar más estructuras, ofrendas o entierros no está descartada, lo que incrementa el valor arqueológico del sitio.
Con este evento, La Lagunilla vuelve a mostrarse como un espacio donde el pasado y el presente se entrelazan. La historia emerge desde el subsuelo para recordar la riqueza cultural que yace bajo la ciudad moderna, ofreciendo nuevas pistas sobre la grandeza mexica y reforzando la importancia de proteger y valorar el patrimonio arqueológico de México.
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