Xin Xin nació el 1 de julio de 1990 dentro del Zoológico de Chapultepec, convirtiéndose en la única panda gigante en México y la última en toda Latinoamérica que no pertenece al gobierno chino. Su llegada representa un capítulo único en la historia mexicana de conservación animal, ya que su linaje proviene de ejemplares originalmente donados por China en 1975 —Ying Ying y Pe Pe— y de crías nacidas en México, como Tohuí, Liang Liang y Shuan Shuan.
Un cumpleaños entrañable
El pasado domingo, el Zoológico de Chapultepec organizó una celebración abierta al público por el 35.º aniversario de Xin Xin. Desde las 11:00 h hasta la tarde, se preparó un programa con actividades culturales —como una danza del león tradicional china—, concursos de dibujo para niños, talleres y la entrega de un pastel especial diseñado para ella. La jornada atrajo a 55 300 visitantes.
La ceremonia fue encabezada por figuras de alto perfil, incluidos la Secretaría de Medio Ambiente, Julia Álvarez Icaza; Adriana Fernández, de la conservación del fauna silvestre del CDMX; y Shen Bin, primer secretario del Centro Cultural de China en México, quienes destacaron el valor simbólico de Xin Xin como embajadora de la conservación en la capital..
Vida longeva fuera de su hábitat natural
A diferencia de sus congéneres en libertad (que viven alrededor de 15 años), Xin Xin ha alcanzado los 35 años, posicionándola entre los seis pandas en cautiverio más longevos del mundo. En cautiverio, los pandas pueden vivir un poco más, pero superar los 30 ya es un logro impresionante.
En Chapultepec, Xin Xin vive en el Centro de Conservación de la Vida Silvestre, donde tiene a su disposición una plantación de bambú, cocina dedicada y dieta preparada especialmente por su equipo de veterinarios y cuidadores especializados, conocidos como “panderos”.
La dinastía de los pandas mexicanos
Los pandas Ying Ying y Pe Pe llegaron a México en 1975. Entre 1980 y 1987, ella dio a luz a siete crías, de las cuales cuatro alcanzaron una edad avanzada: Xen Li (1980), Tohuí (1981), Liang Liang (1983), Xiu Hua y Shuan Shuan (1985‑87). Xin Xin es la única sobreviviente nacida posteriormente, fruto de un programa de inseminación conjunta del Zoológico de Londres y Chapultepec.
Es un emblema viviente
Su nombre, que significa “esperanza” en chino, no fue elegido al azar: representa un símbolo de la conservación y del cuidado que México ha brindado a esta especie. Dadas las dificultades fisiológicas para reproducir a los pandas —solo entran en celo tres días al año—, su propia existencia ha sido celebrada como un triunfo de los esfuerzos de conservación.
La respuesta es no. Desde 2006 no se ha logrado que Xin Xin tenga cría alguna, ni con inseminación artificial ni por apareamiento natural con ejemplares como Xinhua o Shuan Shuan. Tampoco China contempla la entrega de más pandas, pues actualmente usan un esquema de préstamo de alto costo, y cualquier cría nacida en el extranjero debe regresar al país asiático.
Xin Xin es más que un animal emblemático: es un recordatorio de la diplomacia panda, de la cooperación México–China y del compromiso con la conservación. A sus 35 años, sigue recibiendo atención geriátrica constante —dieta, monitoreo veterinario, abordaje de padecimientos— gracias a un equipo multidisciplinario . Su caso refuerza la idea de que los zoológicos, cuando funcionan correctamente, pueden ser espacios vitales para cuidar especies amenazadas, apoyar la investigación y educar a la sociedad.
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