El 12 de julio de 2025, la Ruta Wixárika por los sitios sagrados hacia Wirikuta fue inscrita oficialmente en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, marcando un hecho histórico para México y para toda América Latina. Se trata del primer reconocimiento en la región para una tradición indígena viva, que celebra la peregrinación sagrada de los wixáritari a través de un corredor biocultural de más de 500 kilómetros, que conecta sitios espirituales ubicados en Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Durango y San Luis Potosí.
La Secretaría de Cultura de México subrayó que esta declaratoria representa el resultado de décadas de lucha de las comunidades wixáritari por preservar su cultura, la cual se ha visto amenazada por proyectos extractivos y un turismo desregulado. Usuarios en la red social X celebraron este reconocimiento internacional compartiendo videos de la ceremonia, aunque también manifestaron su preocupación ante la necesidad de garantizar medidas reales de protección.
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Durante la 47ª sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, se tomó la decisión unánime de inscribir esta ruta como Patrimonio Mundial. Se reconoce su valor como un “patrimonio vivo”, vigente y profundamente espiritual, donde se practican rituales para renovar el lazo entre el pueblo wixárika y la naturaleza. Esta ruta incluye puntos sagrados como Tatei Haramara, en el océano Pacífico, y Wirikuta, en el desierto chihuahuense, donde se recolecta el hikuri o peyote, planta sagrada en sus ceremonias.
El proceso de nominación, iniciado en 2010, fue impulsado por el Consejo Regional Wixárika, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Cultura. Implicó un arduo trabajo de documentación, cartografía y estudios antropológicos que acreditaron la continuidad cultural de la tradición. La secretaria de Cultura, Claudia Curiel, destacó que esta declaratoria pone en valor la diversidad cultural de México y su legado humano, convirtiendo a nuestro país en el primero de América y el séptimo a nivel mundial con mayor número de bienes inscritos en esta lista.
El director del INAH, Diego Prieto, explicó que se trata de una ruta ancestral compuesta por más de 20 sitios sagrados, donde los wixaritari realizan rituales para propiciar el bienestar colectivo y asegurar el ciclo agrícola. Los componentes nominados incluyen Tatei Jaramara (Nayarit), Huaxa Manaka (Durango), Tuapurie (Jalisco), y distintos puntos en Zacatecas y San Luis Potosí como Huiricuta y Cerro Gordo.
La ruta parte del corazón de la Sierra Madre Occidental, territorio ancestral de los wixárika, y se extiende hasta Wirikuta, finalizando en la costa del Pacífico. Esta red de caminos representa un entramado espiritual que expresa la relación de reciprocidad con la tierra, con rituales, danzas y ofrendas que continúan practicándose a lo largo del año.
El reconocimiento conlleva responsabilidades claras: la UNESCO exige al Estado mexicano garantizar la protección legal y efectiva de los sitios frente a amenazas como la minería, el turismo masivo o la agroindustria. Aunque ya existen decretos como el Plan de Justicia para los Pueblos Wixárika (2022) y la Comisión Presidencial (2023), activistas y comunidades insisten en que falta voluntad política para frenar intereses corporativos.
Este reconocimiento impulsa el desarrollo sostenible de las comunidades, permitiendo opciones de turismo cultural regulado. No obstante, representantes como Candelario Robles han advertido que sin orden ni respeto, existe el riesgo de que los sitios sagrados sean banalizados o convertidos en meras atracciones.
En palabras de la Secretaría de Cultura: “proteger las culturas originarias es proteger nuestras raíces, nuestra memoria y nuestra identidad”. La Ruta Wixárika, como Patrimonio Mundial, no solo es un reconocimiento simbólico, sino una herramienta vital para asegurar la continuidad de una tradición viva, profundamente arraigada en el territorio, la espiritualidad y la resistencia de los pueblos originarios de México.
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Con información de La Jornada y Proceso.com