El expresidente Donald J. Trump ha vuelto a reactivar su controvertida intención de revocar la ciudadanía a migrantes que anteriormente obtuvieron la nacionalidad estadounidense, una propuesta que ha reavivado la preocupación entre las comunidades naturalizadas.
Su declaración fue realizada tras un ataque reciente en Washington D.C., atribuido a un ciudadano afgano naturalizado —hecho que ha intensificado la ofensiva del Gobierno contra la inmigración legal. En respuesta a ese suceso, la administración no solo ha endurecido su retórica, sino también ha implementado medidas concretas: entre ellas, la congelación de todos los trámites migratorios provenientes de un grupo de 19 países actualmente vetados, con la posibilidad de ampliar esa lista hasta 30 naciones.
Aunque jurídicamente la revocación de la ciudadanía (desnaturalización) está prevista solo en circunstancias muy específicas —por ejemplo, si la nacionalización fue obtenida mediante fraude, tergiversación intencional u ocultación de datos relevantes—, el mero anuncio de esta intención ha generado alarma entre quienes se naturalizaron de forma legítima. Legalmente, no basta con una orden ejecutiva presidencial: tal acción requeriría un procedimiento judicial ante tribunales federales, y la carga de la prueba recae en la fiscalía; solo así puede decidirse la pérdida de ciudadanía.
La magnitud de esta propuesta resulta aún más perturbadora si se considera que, según datos recientes, más de la mitad de los inmigrantes residentes en Estados Unidos son ciudadanos naturalizados —lo que implica que millones de personas podrían quedar expuestas a amenazas reales de perder su nacionalidad.
Entre quienes defienden la medida hay legisladores que han propuesto leyes adicionales: por ejemplo, una iniciativa que impondría la obligación de renunciar a la ciudadanía de origen para quienes adoptan la estadounidense, con lo cual se desecha la posibilidad de doble nacionalidad.
En conjunto —la suspensión de trámites migratorios a ciudadanos de ciertos países, la amenaza de desnaturalización masiva, la propuesta de eliminar la doble nacionalidad— conforman un endurecimiento sin precedentes de la política migratoria estadounidense, lo que incrementa la incertidumbre entre amplias comunidades migrantes legalmente naturalizadas.
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