La Semarnat autorizó que 261 hectáreas de selva mediana subperennifolia sean retiradas para construir la Terminal Multimodal Cancún del Tren Maya, un sitio que tendrá almacenes de residuos peligrosos, infraestructura pesada, patios de maniobras, zonas aduaneras, zonas de combustible y hospedaje para Guardia Nacional.
A dos semanas del recién declarado Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya, un acuerdo que firmó México junto con Guatemala y Belice en presencia de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la dependencia autorizó el desmonte de 261 hectáreas de selva para construir la terminal de carga del Tren Maya que se ubicará en Cancún, Quintana Roo. Este sitio albergará almacenes de residuos peligrosos.
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La construcción de la Terminal Multimodal Cancún costará 7 mil 760 millones de pesos. Este dinero público se destina a subsidios para una obra de carga.
Pese a que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) señaló deficiencias en el proyecto al indicar que los pasos de fauna carecen de sustento técnico; el resolutivo autorizó el proyecto.
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Sobre esto, Greenpeace México evidenció que las instituciones ambientales en México han sido reducidas a ventanillas de trámite, sin capacidad de defensa real.
La SEMARNAT autorizó el desmonte de vegetación en un área de 261 hectáreas, lo que impactará directamente a especies endémicas y transformará el ecosistema de la región.
El proyecto del Tren Maya suma un nuevo episodio de controversia ambiental tras la autorización para retirar árboles y fauna en 261 hectáreas de selva mediana subperennifolia en Cancún, Quintana Roo, con el fin de edificar una terminal de carga. Organizaciones ambientales alertaron que la medida pone en riesgo al menos a 12 especies, entre ellas el pavo ocelado, ave endémica de la península de Yucatán.
La nueva terminal no será un centro ordinario de operaciones: contemplará almacenes de residuos peligrosos, zonas aduaneras, patios de maniobras, áreas de combustible y hospedaje para elementos de la Guardia Nacional. Esto, señalan especialistas, representa una transformación radical del territorio y un riesgo de impactos irreversibles a la biodiversidad local.
El caso se enmarca en un patrón más amplio de deforestación generado por el Tren Maya. Imágenes satelitales recientes revelan que el proyecto ha implicado la pérdida de miles de hectáreas: más de 4,000 hectáreas de selva baja y mediana, 2,200 hectáreas de selva mediana decidua, así como manglares y selvas perennifolias en varios tramos. Se estima que entre 3.4 y 10 millones de árboles han sido talados desde el inicio de las obras.
Además de la tala, organizaciones como Greenpeace han advertido que la construcción ha fragmentado hábitats vitales para especies como jaguares, tapires, monos araña y venados. El llamado “control de fauna” implementado durante la obra —que incluye reubicaciones, anestesia, redes e incluso cohetes sonoros— ha sido criticado por representar una amenaza adicional a la supervivencia de los animales.
Para expertos en conservación, el riesgo no se limita al desmonte inmediato, sino al cambio permanente en el uso del suelo, la pérdida de conectividad entre ecosistemas y la presión que ejercerá una infraestructura de este tamaño en una de las regiones con mayor biodiversidad de México.
Mientras el gobierno federal sostiene que el Tren Maya impulsará la economía y la conectividad en el sureste del país, activistas y organizaciones continúan documentando los costos ambientales, señalando que la terminal de Cancún podría convertirse en un símbolo del sacrificio ecológico en nombre del desarrollo.
Una terminal con alto impacto
La infraestructura no se limitará a patios de maniobra ferroviaria: el proyecto incluye almacenes de residuos peligrosos, áreas de combustible, bodegas aduaneras, zonas de mantenimiento industrial y hospedaje para la Guardia Nacional. Este complejo logístico transformará la dinámica territorial de Cancún, pasando de un ecosistema natural a un nodo industrial con alto tránsito de mercancías.
Con información de GRUPO PIRAMIDE