En las profundidades selváticas del sur de Quintana Roo, lejos del bullicio turístico de Tulum y Cobá, se esconde Tambores, una zona arqueológica poco conocida pero cargada de historia y misticismo. Este sitio representa una de las joyas ocultas de la civilización maya, aún en proceso de exploración, que despierta el interés de arqueólogos y aventureros por igual.
El nombre “Tambores” no proviene de una tradición musical, sino del eco profundo que resuena entre sus estructuras cuando se camina por sus antiguas plazas. Este fenómeno natural ha alimentado la leyenda entre los pobladores de que los espíritus mayas aún “resuenan” en el lugar, dándole al sitio un aura única.
Tambores se ubica cerca del municipio de Bacalar, en una región con limitada infraestructura turística, lo que ha contribuido a su escaso conocimiento público. Sin embargo, esta misma condición lo convierte en un destino ideal para quienes buscan experiencias arqueológicas más auténticas y sin aglomeraciones.
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Aunque aún no se encuentra completamente abierto al público de forma oficial, diversos recorridos guiados por expertos y comunidades locales permiten conocer sus estructuras principales, entre ellas basamentos piramidales, patios ceremoniales y vestigios de sacbés (caminos blancos mayas).
De acuerdo con investigadores del INAH, Tambores habría sido un importante centro de comercio y observación astronómica durante el periodo clásico maya, funcionando como enlace entre comunidades costeras y del interior de la península. Su arquitectura muestra similitudes con la de sitios como Dzibanché y Kohunlich.
El silencio que envuelve a Tambores solo es interrumpido por el canto de las aves y el crujir de la selva. La experiencia de caminar entre ruinas cubiertas parcialmente por raíces y vegetación densa transporta a los visitantes a una época en que el calendario solar y la cosmovisión regían la vida cotidiana.
Los esfuerzos por preservar Tambores han sido impulsados por organizaciones culturales locales, que buscan concientizar sobre su valor histórico y la necesidad de protegerlo de saqueos o desarrollos que pongan en riesgo su conservación.
Además del valor arqueológico, la zona también destaca por su riqueza ambiental. Está rodeada de sistemas lacustres y selva media, lo que la convierte en un excelente punto para el ecoturismo y la educación ambiental.
Tambores representa una oportunidad única para replantear la forma en que se exploran y valoran los vestigios mayas en Quintana Roo. Más allá del turismo masivo, este sitio invita a un viaje reflexivo, íntimo y profundo al pasado de una civilización que aún tiene mucho que contar.
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Con información de EL UNIVERSAL