Una de las celebraciones anuales populares más importantes de la cultura cristiana es La Semana Santa, que conmemora las distintas etapas de la Pasión de Jesucristo: desde su entrada a Jerusalén, hasta su viacrucis, muerte y resurrección.
La Semana Santa representa la última semana del mesías en la Tierra y por eso, sus contenidos rituales van desde lo triunfal, hasta lo trágico y lo glorioso.
La Semana Santa coincidía inicialmente con la Pascua judía, y sus criterios de celebración fueron más o menos los mismos de esta última, por esa razón los cristianos consideran a Jesús de Nazaret como el “Cordero de Pascua”, cuyo sacrificio permitió la purga de los pecados de la humanidad.
Asimismo, los primeros en celebrar la Semana Santa fueron los judíos seguidores de Cristo, es decir, los primeros cristianos, y posteriormente los propios romanos cristianizados, cuyos registros más antiguos al respecto datan del siglo IV.
Sin embargo, a medida que el cristianismo se expandió a todas las regiones de Europa, el norte de África y Medio Oriente, sus ritos se hibridaron con muchas tradiciones paganas, como la celebración de la primavera.
¿Cuándo se celebra la Semana Santa?
La celebración de la Semana Santa se da en fechas variables, entre el 22 de marzo y el 25 de abril, siempre antecedida por la cuaresma y enmarcada entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua o de Resurrección. Existe una razón histórica para ello.
Las primeras normas para la celebración de la “Pascua Cristiana” se definieron en el Primer Concilio de Nicea en el año 325, para dar solución a la confusión al respecto (el computus paschalis) que oponía las visiones de la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría.
Sábado Santo
El Sábado Santo es el día de espera por la resurrección de Jesucristo, en que se conmemora su descenso al sepulcro y su viaje al abismo. Al igual (y mucho más) que el Viernes Santo, se trata de un día de luto, de silencio ceremonial, en el que no se da la misa, ni se administran otros sacramentos.
Tradicionalmente, este día se llamó Sábado de Gloria, dado que la celebración de la resurrección se celebraba ya en la mañana, pero después de la reforma litúrgica de la Semana Santa de 1955 (acometida por el papa Pío XII), se prefiere el uso de “Sábado Santo” y se fija un ayuno de una a tres horas antes de la comunión nocturna, cuando tenga inicio la Vigilia Pascual, desde la noche del Sábado Santo hasta la madrugada del Domingo de Resurrección.