¿Ritual milagroso? El cuerpo de José Guadalupe, un joven reportado como desaparecido, fue hallado este lunes en la presa El Jagüey, ubicada en la comunidad de Tametate, Veracruz, en un suceso que ha provocado tanto conmoción como debate debido a la inusual manera en que fue localizado.
La búsqueda del joven, que había durado varias horas, tomó un giro inesperado durante la madrugada, cuando su tío decidió realizar un acto de fe: colocó una vela encendida sobre una tabla de madera y la dejó flotar en la presa.
Ritual de la vela marcó el lugar exacto del hallazgo

Según testigos, este ritual ocurrió alrededor de las 2:00 de la mañana. Sorprendentemente, la pequeña flama no se apagó y, tras flotar durante aproximadamente 30 minutos, se detuvo en un punto específico del embalse.
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Movidos por la señal, familiares y autoridades centraron sus esfuerzos de búsqueda en esa área durante el transcurso del día. Fue hasta las 6:30 de la tarde cuando elementos de la Marina, Protección Civil de Tempoal y rescatistas del Sistema Nacional de Rescate y Emergencia (SINAREM) localizaron el cuerpo de José Guadalupe exactamente en el sitio señalado por la vela.

El hallazgo conmovió a familiares, pobladores y voluntarios que presenciaron la escena. Algunos lo atribuyen a una coincidencia, otros a la fe, y hay quienes recuerdan que este tipo de prácticas son comunes en comunidades del norte de Veracruz, donde persiste la creencia de que el espíritu de los desaparecidos puede guiar su propio hallazgo.
Creencias locales y repercusión en redes sociales
El caso pronto se volvió viral en redes sociales, donde cientos de usuarios compartieron la historia bajo etiquetas como “milagro” o “acto de fe”. Sin embargo, también generó escepticismo, con opiniones divididas entre quienes consideran lo ocurrido una simple coincidencia y quienes lo atribuyen a una intervención espiritual.
Aunque no es la primera vez que se recurre a rituales similares, lo que ha llamado la atención en este caso es que la vela se mantuviera encendida durante la madrugada y que efectivamente marcara el sitio del hallazgo. La historia, entre lo espiritual y lo anecdótico, deja una huella imborrable en los habitantes de Tametate.