El rey Carlos III ha tomado una decisión que podría terminar con la expulsión de su hermano menor, el príncipe Andrés, del Royal Lodge en Windsor. Según fuentes cercanas al palacio, Carlos ha ordenado la retirada del equipo de seguridad privada que protegía a Andrés desde que en 2022 perdió su protección policial debido a su vínculo con Jeffrey Epstein.
Este movimiento sugiere que el rey está decidido a forzar a su hermano a abandonar la mansión de 30 habitaciones, que ha sido su hogar desde 2003.
El conflicto entre el rey Carlos III y su hermano
El Royal Lodge, una propiedad valorada en más de 35 millones de euros, ha sido un punto de conflicto entre los dos hermanos. Carlos ha presionado a Andrés para que deje la mansión, con la intención de alquilarla por un millón de libras al año.
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No obstante, Andrés ha resistido, respaldado por un contrato de arrendamiento de 75 años que firmó con la Corona cuando se mudó, lo cual incluyó un pago inicial de 1,2 millones de euros y un alquiler anual de 305 mil euros.
El contrato también obliga a Andrés a mantener la propiedad en buen estado, algo que ha sido difícil de cumplir debido a los altos costos. Se estima que las reparaciones necesarias en el Royal Lodge ascienden a ocho millones de euros, una cifra que Andrés ya ha invertido.
La degradación del Príncipe Andrés
A pesar de esto, el duque ha rechazado todas las propuestas de mudarse a una residencia más modesta, como Frogmore Cottage, viendo la sugerencia como una degradación inaceptable.
El malestar del rey ha sido evidente, especialmente porque él mismo había financiado de su bolsillo la seguridad privada de Andrés desde que la policía se retiró, un gasto anual de 3,5 millones de euros.
Sin embargo, la reciente decisión de Carlos de poner fin a este financiamiento ha generado especulaciones sobre el futuro de Andrés en la residencia. Aunque el equipo de seguridad seguirá trabajando hasta que expire su contrato en octubre, no se ha previsto ningún reemplazo, lo que deja a Andrés en una situación vulnerable.
Este cambio ha sido interpretado por muchos como un preludio a su eventual desalojo del Royal Lodge, que podría concretarse en otoño. Aunque Andrés enfrenta desafíos financieros y personales, fuentes cercanas aseguran que no tiene intención de abandonar su mansión. No obstante, su futuro en el Royal Lodge parece cada vez más incierto.
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