En las escuelas públicas la nueva edición facsimilar que presenta el sello Alias de Método de dibujo: Tradición, resurgimiento y evolución del arte mexicano (1923), de Adolfo Best Maugard (1891-1964), con ilustraciones y gráficos de un adolescente Miguel Covarrubias (1905-1957), es una oportunidad para volver a la discusión que en su momento desató este libro, que pretendió transformar la enseñanza de esta disciplina en el país.
El volumen se publica en la colección Antítesis con la idea de “leer una tesis y generar un contrapunto. Por lo general, incluimos en los libros un texto crítico a fin de que el lector pueda desarrollar su propia idea al respecto”, aseveró el artista Damián Ortega, director de Alias, en la presentación efectuada en el Palacio de Cultura Banamex-Palacio de Iturbide, donde se exhibe la magna exposición Miguel Covarrubias: Una mirada sin fronteras. En este caso, el texto crítico, a modo de epílogo, es del cocurador de la muestra, el antropólogo Sergio Raúl Arroyo.
Para Ortega, Método de dibujo “responde a una época, a una lógica de reinvención del país, de inventar una identidad; es decir, la idea del mexicano, de la unidad nacional, con el proyecto de José Vasconcelos”, entonces titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), instancia que lo publicó originalmente. Desde luego, “lleva al cuestionamiento de que fue un periodo extraordinario en que se enseñó a leer en las primarias, secundarias o en los talleres de arte. También el momento en que se eliminó cualquier participación de las lenguas originarias. Son cosas que hay que reflexionar en este proceso de formación de la identidad y este libro permite hacer justamente eso”.
De acuerdo con el artista, “hay que entender el momento en que la Revolución Mexicana termina. Se trata de hacer un arte que rompa con la estructura europea académica y formal de la pintura al óleo en el formato de caballete y, en su lugar, realizar algo que salga a la calle, como la escultura pública o la pintura mural”.
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A decir de Arroyo, “la discusión no la empezamos nosotros, sino que comenzó en los años 20 y hacia los 30 prácticamente se consumió”. Aunque la edición es de 1923, en 1921 el método ya se utilizaba en la educación pública. Entre sus detractores, “Diego Rivera decía que era una especie de camisa de fuerza”. Covarrubias nunca utilizó el método más allá de algunos dibujos.
El ex director del Instituto Nacional de Antropología e Historia partió de una premisa doble. Por un lado, el libro se escribió en un momento en el que se trataba de concluir una época y comenzar otra, algo imposible de hacer de tajada; por otro, había un reclamo desde el siglo XIX de varios artistas para que se reconociera a la cultura mexicana, en particular la arqueológica, como parte de las grandes culturas del mundo. Ese llamado “no va a ser interrumpido en el siglo XX. La Revolución no rompe con ello; al contrario, lo refuerza en muchos sentidos. El vasconcelismo es un esfuerzo contundente por hacer del pasado mexicano una tradición universal, no local”.
Según Arroyo, el Método de dibujo tiene un gran valor arqueológico: “No hay arte más vigente que el prehispánico ni otro que nos pueda meter en mayores problemas de tipo estético. Best Maugard utiliza elementos que no están escritos en el arte prehispánico, sino que están basados en el mundo virreinal, que introduce a una cultura popular para refuncionalizarlos”.
Pintor, cineasta, escritor, coreógafo, pedagogo y promotor cultural, Best Maugard ideó un sistema para aprender a dibujar a partir de siete elementos básicos: espiral, círculo, curva, recta, zigzag, media circunferencia y diagonal.
“Tal vez la única idea con la que coincido es cuando Best Maugard dice que todo el mundo puede dibujar”, argumentó el artista José Miguel González Casanova. Autor del libro Gramática del dibujo en 100 lecciones, el también docente agregó: “Aquí lo que no me gusta es que se queda en lo superficial de la forma. Me parecen arbitrarios los siete elementos que elige. Supuestamente los saca de una observación de las formas prehispánicas, pero no hace un análisis profundo. De entrada, elimina el cuadrado que dice que es un jeroglífico. No lo va a tomar en cuenta, cuando en realidad toda la estructura prehispánica se basa en el cuadrado. Es la imposición de una lógica de Occidente tratando de interpretar una lógica prehispánica”.
El tema ha llegado incluso al ámbito legislativo. Algunos diputados han planteado la posibilidad de impulsar reformas para incluir el arte como asignatura obligatoria, aunque el proceso aún está en etapa de discusión.
Las redes sociales se han convertido en un espacio de debate paralelo, donde maestros, artistas y padres de familia han compartido experiencias sobre cómo el dibujo ha beneficiado el desarrollo de los niños en su vida cotidiana.
La reactivación de esta discusión confirma que la educación artística no es un lujo, sino una necesidad para construir una formación más completa, en la que la creatividad se valore tanto como el conocimiento académico.
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Con información de LA JORNADA
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