Durante la temporada de reproducción que abarcó de diciembre de 2024 a abril de 2025, se documentaron un total de 92 ballenas grises varadas en las costas de Baja California Sur, una cifra sin precedentes en años recientes que ha encendido las alarmas entre biólogos y conservacionistas.
El 24 de febrero de 2025, una ballena gris de más de 13 metros fue encontrada sin vida en una playa aislada de El Mogote, La Paz. Su avanzado estado de descomposición ilustra un panorama desolador: este caso no es aislado, sino solo uno entre muchos en un año especialmente crítico para la especie.
Los estudios realizados revelan que muchas de las ballenas probablemente perecieron en alta mar y fueron arrastradas por corrientes hacia las costas. No existen evidencias visibles de colisiones con embarcaciones ni enredos en redes de pesca.
Reducción dramática en nacimientos
Además del aumento en las muertes, la temporada registró el nivel más bajo de nacimientos jamás documentado. Solo se contabilizaron 85 crías, un desplome del 90 % en comparación con los años promedios anteriores.
En lugares emblemáticos como Laguna de San Ignacio y Bahía Magdalena —reconocidos como lugares clave para la crianza— los números son elocuentes: donde antes se veían decenas de madres con crías en una sola jornada, esta temporada apenas alcanzaron a observarse entre 3 y 5 crías por día.
Ballenas debilitadas: Señales de una migración fallida
Los animales presentaban una condición física preocupante. En Bahía Magdalena, de 980 ballenas fotoidentificadas, 244 mostraron signos evidentes de desnutrición. En Laguna de San Ignacio, se registraron otros 72 ejemplares en estado crítico.
Estas ballenas mostraban curvaturas notables en el cuello e incluso se vislumbraban prominentes huesos escapulares, lo cual es indicativo de una pérdida severa de masa corporal. Según expertos, estos signos reflejan que las ballenas llegan tan debilitadas que ya no tienen energía para reproducirse o completar su migración.
Alimentación escasa y rutas alteradas
Investigadores del PRIMMA y NOAA Fisheries coinciden en que el origen del problema se encuentra en una grave disminución de alimento en el Ártico, causada por el retroceso del hielo marino. Esta situación afecta la producción de algas subglaciales, esenciales para la cadena alimenticia de los anfípodos que conforman la dieta principal de las ballenas grises.
Además, el fenómeno de La Niña en 2025 generó temperaturas más frías en zonas de reproducción, lo que obligó a las ballenas a modificar sus rutas migratorias, incidiendo en su gasto energético y reduciendo todavía más sus posibilidades de supervivencia.
Avistamientos inusuales: un destello en medio de la crisis
En medio de esta situación crítica, se reportó un caso atípico: al menos 50 ballenas grises fueron vistas en el Parque Nacional Cabo Pulmo, un fenómeno sin precedentes en esta área protegida. Este hecho sugiere cambios en las rutas migratorias y, aunque podría representar un indicador positivo del ecosistema local, también refleja la urgencia de estudiar estos desplazamientos.
Piden mayor protección legal para la especie
Ante este escenario alarmante, investigadores del PRIMMA y la UABCS han solicitado a la Secretaría de Medio Ambiente elevar la categoría de protección de la ballena gris en la Norma Oficial Mexicana NOM-059, de “Protección Especial” a “Especie Amenazada”. Esta medida permitiría reforzar mecanismos de conservación y establecer lineamientos más estrictos para actividades turísticas de observación.