Por Lorena Careaga
Hablando de historia y otras cosas, ¿saben ustedes quién fue y qué propuso Sidarta Gautama Sakiamuni?
Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de este personaje, mejor conocido como Buda.
¿Quién fue Buda? La pregunta tiene un sinfín de respuestas. Fue un revolucionario, un humanista, un pragmatista, un ecologista, un maestro, un devoto de la meditación, un científico y, sin duda, un intelecto superior. Su búsqueda personal lo colocó a la vanguardia de un movimiento espiritual que transformó para siempre el panorama religioso de la India, de China y de otras regiones de Oriente.
Buda nació en la ya desaparecida república Sakia, en las estribaciones del Himalaya. No se conoce la fecha de su nacimiento, pero los expertos parecen coincidir en que murió a los 80 años, alrededor del año 400 antes de Cristo. Pertenecía a una familia de la casta noble, y se dice que sus padres lo mantuvieron protegido, rodeado de riqueza, confort y belleza, y alejado de las realidades del mundo, para impedir que sufriera. Cuando a los 29 años, se aventuró a salir fuera de su palacio, la enfermedad, la vejez, y la muerte que presenció en las calles lo impactaron tan vivamente, que decidió alejarse de su familia y dedicarse a indagar las causas del sufrimiento humano.
Al igual que lo hicieron en Grecia Sócrates y Platón, sus contemporáneos, Buda inauguró en Oriente el concepto de la dialéctica: todo es inestable y mutable, nada es permanente. Todo y todos somos proceso y en cada instante está la semilla del devenir. Buda descubrió que el sufrimiento ocurre precisamente con el apego, cuando se intenta negar o escapar del mundo transitorio, al aferrarse a cualquier cosa, ya que la realidad es impermanente y todo, los seres humanos incluidos, viene y se va. Una vez que se renuncia al apego, el sufrimiento termina.
Buda se convirtió en un buscador de soluciones prácticas al dolor de la vida, y aunque ponía énfasis en la compasión y la benevolencia, no por eso dejó de lado su independencia de pensamiento ni su visión pragmática: las respuestas no estaban en los dioses ni después de la muerte, sino en el aquí y el ahora, y en el interior de cada uno de los seres humanos, y tales respuestas solo adquieren sentido si se viven y se aplican a la existencia cotidiana.
Fuente: Armstrong, Karen (2002). Buda. Barcelona, Random House Mondadori.