El queso Oaxaca, conocido por su sabor excepcional y su textura que invita a comerlo sin parar mientras se intenta cortarlo en tiras, es uno de los manjares más aclamados por los mexicanos.
La historia del queso Oaxaca se remonta a la época colonial, cuando los dominicos trajeron a México técnicas de elaboración de quesos. Sin embargo, según México Desconocido, su creación específica se atribuye a una niña llamada Leobarda Castellanos García.
La historia del Queso Oaxaca
Un día, Leobarda, que ayudaba a su madre en la cocina como lo hacía todos los días, dejó cuajar la leche por más tiempo del necesario mientras preparaba queso, una tradición familiar transmitida de generación en generación.
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Curiosa y un poco distraída, Leobarda notó que la cuajada estaba demasiado firme cuando se dio cuenta de su error. En lugar de desechar la mezcla, decidió experimentar. Calentó la cuajada en agua caliente y comenzó a estirarla y amasarla, intentando salvar la preparación.
Para su sorpresa, la masa adquirió una textura elástica y suave, permitiéndole estirarla en largas tiras. Con paciencia y dedicación, Leobarda enrolló estas tiras en una bola, creando así algo completamente nuevo: el queso Oaxaca, también conocido cariñosamente en su tierra como quesillo.
La receta perfeccionada del Queso Oaxaca
El proceso que Leobarda descubrió ha sido perfeccionado con el tiempo, pero la esencia sigue siendo la misma. Hoy en día, los artesanos queseros de Oaxaca siguen un ritual casi mágico para crear este queso tan especial. Primero, calientan la leche fresca de vaca y añaden cuajo para formar la cuajada. Luego, cortan la cuajada en pequeños trozos y la dejan reposar, permitiendo que el suero se separe.
La parte más interesante del proceso es el estirado. La cuajada se sumerge en agua caliente y se estira repetidamente, similar a una masa de pan, hasta que adquiere una textura fibrosa y suave. Este proceso requiere habilidad y práctica, y cada artesano aporta su toque especial.
El queso Oaxaca no solo es un alimento, sino también un testimonio de cómo la improvisación y el ingenio pueden dar lugar a algo extraordinario. Es un símbolo de la riqueza cultural y gastronómica de Oaxaca, y un tesoro que sigue deleitando a quienes lo prueban, generación tras generación.