Cuenta una leyenda del origen del café, que un pastor de Abisinia, llamado Kaldi veía que sus, cabras se ponían eufóricas cuando consumían los pequeños frutos rojos de unos arbustos. Los arbustos protagonistas de esta leyenda son los cafetos, éstos son originarios de la provincia de Kaffa, en las tierras altas de Abisinia, la actual Etiopía.
Los cafetos son plantas de la familia Rubiaceae, en donde también se encuentran las plantas que producen la quinina, utilizada eficazmente en el tratamiento de la malaria. La especie más utilizada actualmente para la preparación del café es Coffea arabica.
El café, es una bebida que se obtiene al hacer una infusión de los granos tostados y molidos de los frutos de la planta del café; esta bebida es altamente estimulante por su contenido de cafeína, una sustancia psicoactiva; que ejerce un efecto directo sobre el sistema nervioso central y que ocasiona cambios específicos en sus funciones. Los psicoactivos son capaces de: inhibir el dolor, modificar el estado anímico o alterar las percepciones, como ejemplos de psicoactivos, además de la cafeína están: el opio, el alcohol, la nicotina, la cocaína, y la morfina.
La cafeína es un alcaloide con cualidades energéticas que produce un efecto temporal de restauración del nivel de alerta y eliminación de la somnolencia, además de ser diurético, antioxidante y no tener efectos secundarios, en dosis moderadas.
Así que, cuando queramos sentirnos como las cabras eufóricas del pastor Kaldi, tomemos una taza que contenga de 80 a 125 mg de 1,3,7-tri metil xantina, que es el nombre químico de la cafeína, es decir tomemos una deliciosa taza de café.