Antes de que existieran los grandes resorts y las plazas comerciales, hubo hombres y mujeres que creyeron en el valor de una playa desierta, de un amanecer sobre arena blanca y un mar turquesa sin turistas. Uno de ellos fue don Diego de la Peña, empresario cuya historia fue recordada por su hijo Diego, durante el ciclo de Conversatorios “Hoteles de Playa”, organizado por las asociaciones hermanas Pioneros y Fundadores de Cancún en la Biblioteca Nacional de la Crónica.
Diego compartió cómo su padre, ingeniero civil y amante del mar, fue invitado por INFRATUR, a conocer un proyecto incipiente llamado “Cancún”. A pesar de las dudas, aceptó el reto.
– “Mi papá no era hotelero, era constructor. Pero se enamoró del mar, de la calma, del potencial que tenía este lugar virgen”, relató con orgullo.
El viaje no fue sencillo. Llevar maquinaria pesada desde el centro del país hasta la costa caribeña implicaba semanas de traslado por caminos precarios, trajeron camiones, grúas y, sobre todo, trajeron convicción.
Don Diego de la Peña soñaba con una marina integrada al hotel, una visión que se convirtió en realidad: “Primero se pensó en las embarcaciones, después en el hotel”, recordó su hijo. Y así fue como, con la ayuda de socios como Pepe García de la Torre, Javier Valverde y contactos en Miami, importaron embarcaciones y diseñaron un hotel de 72 habitaciones, sobre un terreno de 10,000 metros cuadrados.
La obra comenzó a finales de 1972 y el hotel Playa Blanca se inauguró el 21 de septiembre de 1974, un par de semanas antes de que Quintana Roo se convirtiera en Estado libre y soberano.
– “Mi papá siempre decía: quiero una marina con hotel, no al revés. El corazón del proyecto era el mar. Además, todo el mobiliario y el equipo lo tuvimos que traer de Miami. De Miami trajimos aproximadamente 20 contenedores con mobiliario, con vidrios, con equipos de cocina, con embarcaciones”, recordó Diego de la Peña.
Como anécdota, recordó que los primeros huéspedes no fueron turistas, sino ingenieros y arquitectos que también compartían la visión de Cancún. Sin embargo, pronto comenzaron a llegar los visitantes, gracias al respaldo de agencias de viajes y mayoristas.
Playa Blanca fue más que un hotel. “Era un refugio para quienes amaban descubrir el México profundo, el México que no tenía prisas ni edificios, solo cielo, selva y mar”, dijo De la Peña.
Hoy, entre edificios y el bullicio de la zona hotelera, cuesta imaginar ese Cancún silencioso donde todo comenzó. Pero gracias a historias como la del hotel Playa Blanca, recordamos que este destino nació del amor por la naturaleza, del coraje de emprender y de la calidez de recibir a los primeros viajeros y brindar servicios náuticos en su marina.
“Cancún nació con el corazón. Y Playa Blanca fue uno de sus primeros latidos”, concluyó Diego, ante un público conmovido, que aplaudió no solo la historia de un hotel, sino la de una familia que ayudó a construir uno de los destinos turísticos más importantes del mundo.
En abril de 2024, con motivo del aniversario 54 de la fundación de Cancún, Diego de la Peña recibió la Medalla al Mérito Ciudadano “Sigfrido Paz Paredes”, por haber sido el empresario que construyó el primer hotel de Cancún, el hotel Playa Blanca, ubicado en el kilómetro 3.5 del Boulevard Kukulcán, hotel que cambió de nombre y concepto para adultos que actualmente lleva por nombre Temptation.
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Durante el ciclo de Conversatorios Hoteles de Playa participaron Abelardo Vara Kemil Rizk, Armando Bojórquez y el cronista de Cancún, Fernando Martí.
