El asteroide 2025 FA22, de entre 130 y 290 metros de diámetro —tamaño suficiente para devastar una ciudad si impactara—, realizará hoy un acercamiento seguro a la Tierra. El punto más próximo ocurrirá alrededor de las 07:41 UTC del 18 de septiembre de 2025, sin riesgo de colisión.
La distancia mínima será de 0.00563 UA, equivalente a unos 842 mil kilómetros, es decir, más del doble de la separación promedio entre la Tierra y la Luna. Aunque el término “cercano” suene inquietante, en astronomía equivale a un margen absolutamente no peligroso para nuestro planeta.
El objeto fue descubierto en marzo de 2025 por el telescopio Pan-STARRS 2 (Hawái) y, con los primeros datos, llegó a figurar brevemente en la Lista de Riesgos de la ESA por una pequeña probabilidad de impacto en 2089. Observaciones posteriores descartaron ese escenario y el asteroide fue retirado de la lista en mayo.
Para la comunidad científica, el sobrevuelo es una oportunidad de oro: radar planetario (como Goldstone de la NASA), astrometría y polarimetría permitirán conocer mejor su tamaño, forma, rotación y composición, afinando los modelos de defensa planetaria ante futuros eventos de riesgo real.
El paso de 2025 FA22 se podrá seguir en vivo a través de iniciativas de divulgación como Virtual Telescope Project, que transmiten desde Europa con telescopios robotizados. Para observadores avanzados con equipo modesto, su magnitud y velocidad angular permitirán captarlo como un punto que “se mueve” entre estrellas de Orión y Tauro.
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Medios y revistas especializadas subrayan el carácter “una vez por década” de un acercamiento de este tamaño y distancia, útil para ensayar protocolos de alerta coordinados por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y comprobar la coordinación entre agencias.
En números redondos, el asteroide viaja a unos 38,600 km/h relativo a la Tierra en el momento de máximo acercamiento, velocidad típica en estos encuentros. La etiqueta de “potencialmente peligroso” responde a criterios geométricos (tamaño y órbita), no a una amenaza inminente, y permite priorizar su seguimiento continuo.
La ESA y diversos observatorios recuerdan que los acercamientos cercanos son normales: ocurren cada año con objetos de tamaños muy distintos. Lo excepcional aquí es la combinación de diámetro y distancia, que maximiza el valor científico sin implicar riesgo.
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En paralelo, otras rocas menores cruzan el vecindario terrestre estos días, recordando por qué es clave mantener redes globales de detección, catálogos actualizados y simulacros de respuesta. Se trata de rutina científica que mejora con cada campaña de observación.
La conclusión es clara: no hay peligro para la Tierra, y sí mucho que aprender. 2025 FA22 pasa, los telescopios trabajan y la ciencia afina herramientas para cuando, algún día, un objeto con trayectoria preocupante exija decisiones rápidas y coordinadas.
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