Un reciente metanálisis publicado este lunes en Psychological Bulletin, revista oficial de la Asociación Estadounidense de Psicología, ha revelado que el aumento en el tiempo que los menores dedican a dispositivos electrónicos no solo está vinculado a alteraciones de comportamiento, sino que también puede ser una respuesta a esos mismos problemas.
Los investigadores revisaron 117 estudios centrados en niños menores de 10 años, con una edad promedio de 5.5 al inicio, y encontraron una asociación significativa —aunque leve— entre más horas frente a la pantalla y dificultades emocionales y sociales. Entre los síntomas más reportados se incluyen ansiedad, depresión, hiperactividad e irritabilidad.
Reglas por edad: Niveles de riesgo
El análisis distingue distintos rangos de edad y niveles de exposición:
- Menores de 2 años: cualquier uso de pantalla (excepto videollamadas) se relaciona con un mayor riesgo de conductas problemáticas.
- Niños de 2 a 5 años: más de una hora diaria delante de una pantalla incrementa las probabilidades de comportamientos inadmisibles para su edad.
- Niños mayores de 6 años: superar las dos horas diarias se asocia con un deterioro más notable en habilidades socioemocionales.
Asimismo, los videojuegos presentan un riesgo particular para este grupo, especialmente entre los 6 y 10 años.
Un círculo vicioso: Pantallas como refugio emocional
Según la investigadora Roberta Pires Vasconcellos, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, este uso prolongado puede ser tanto causa como síntoma: algunos niños con problemas emocionales tienden a refugiarse en los juegos digitales como escape temporal, formando un ciclo que agrava estas dificultades.
Este patrón es más pronunciado en los niños varones, que suelen volcarse en sus dispositivos para aliviar tensiones, solo para repetir el comportamiento una y otra vez .
Estrategias para padres y tutores
El estudio ofrece recomendaciones prácticas para interrumpir este ciclo y promover un desarrollo emocional saludable:
- Establecer horarios estrictos: definir límites de tiempo y ser coherentes evita confusiones y facilita el cumplimiento.
- Usar controles parentales: aprovechar las herramientas de dispositivos y apps para gestionar el acceso y filtrar contenido permitido.
- Eliminar aplicaciones adictivas: restringir acceso a plataformas tentadoras como streaming por entretenimiento, optando por contenidos educativos.
- Observar señales emocionales: si el niño demanda usar la pantalla justo cuando está triste o enojado, es momento de explorar qué le pasa y ofrecer apoyo emocional.
- Promover alternativas: actividades como juegos físicos, lectura en familia, fiestas o salidas pueden ser incentivos atractivos frente al uso digital .
La evidencia detrás del cambio
Además de este metaanálisis, otros estudios respaldan estas recomendaciones. Por ejemplo, una investigación de la Universidad de Canterbury, que incluyó a más de 6 000 niños entre 2 y 8 años, encontró que pasar más de una hora diaria frente a pantallas redujo su desarrollo lingüístico y sociocognitivo, y aumentó conductas disruptivas.
Otro estudio del Instituto AIJU en colaboración con la Fundación Crecer Jugando señaló que más del 90 % de los niños de entre 4 y 12 años superan los tiempos recomendados, y entre los efectos negativos se encuentran trastornos del sueño, sobrepeso, déficit de atención y miopía.
El uso excesivo de pantallas en la infancia no solo puede inducir problemas de comportamiento, sino también amplificarlos al convertirse en una forma de escape emocional. Establecer límites claros, supervisar el contenido y fomentar alternativas saludables constituye una vía probada para mejorar el bienestar infantil a corto y largo plazo.