¡Hermosos murales! Dos gigantescas creaciones de la Virgen de Guadalupe, pintados sobre montañas en Hidalgo y Querétaro, fueron recientemente retocados por fervientes creyentes en preparación para el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe.
Estas monumentales obras reflejan la devoción de las comunidades locales y su vínculo espiritual con la “Protectora de la Sierra”.
Murales de la Virgen de Guadalupe en Hidalgo
En la localidad de Macuila, municipio de Metztitlán, Hidalgo, destaca una imagen multicolor de 120 metros de altura por 60 de ancho, abarcando una superficie de 7,200 metros cuadrados.
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Esta obra fue creada hace aproximadamente 20 años por artesanos y vecinos de Macuila, Hualula y otras localidades cercanas. Sin experiencia en pintura mural, los pobladores lograron trazar la figura de la Virgen sobre un cerro aledaño tras limpiar la zona y retirar maleza.
Con la ayuda de 200 voluntarios, las piedras dentro del trazo fueron pintadas con aceite de diversos colores en un proceso que duró 15 días. Desde entonces, cada año se repinta la imagen, especialmente en diciembre, para garantizar su visibilidad a kilómetros de distancia.
Este año, tras lluvias inusuales que borraron parcialmente los colores, se organizaron brigadas de voluntarios que, con rociadores portátiles adquiridos con recursos propios, restauraron la imagen.
La devoción no solo se refleja en el esfuerzo colectivo, sino también en el simbolismo otorgado a la Virgen de Macuila, considerada un faro espiritual y protector para la región, que ha enfrentado retos como la sequía y la desecación de la Laguna de Metztitlán.
Devoción y arte en Querétaro
Por otro lado, en el cerro de Camargo, municipio de Peñamiller, Querétaro, se encuentra otra imagen de la Virgen, de 70 metros de alto por 40 de ancho. Esta pintura, más pequeña, pero igualmente significativa, fue plasmada en una montaña rocosa sobre la entrada de una mina de mercurio.
Los mineros locales atribuyen la creación de esta obra a sus antecesores, quienes buscaban protección divina frente a los riesgos de trabajar en la mina. Antes de comenzar su jornada, los trabajadores se persignan y rezan frente a la imagen de la Virgen, reforzando así su fe y sentido de seguridad.
Ambas obras, en Hidalgo y Querétaro, son testimonios del profundo fervor guadalupano en México, uniendo a las comunidades en torno a un esfuerzo colectivo que trasciende generaciones y desafíos naturales.
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