El pasado 3 de agosto, Asher Watkins, un multimillonario cazador aficionado de 52 años, perdió la vida tras ser embestido por un búfalo en Sudáfrica. El animal, que pesaba alrededor de 1.3 toneladas, sorprendió al empresario con una embestida a una velocidad aproximada de 50 kilómetros por hora, provocando un accidente fatal. Watkins, reconocido por su pasión por la cacería, intentaba abatir al búfalo cuando ocurrió el trágico suceso.
Watkins no era un cazador cualquiera. Además de contar con una vasta colección de rifles para sus expediciones, era miembro vitalicio del Dallas Safari Club, una de las organizaciones más prestigiosas dedicadas a la cacería deportiva. También era director de la firma Watkins Ranch Group, una empresa dedicada a la venta de ranchos valuados en millones de dólares, con presencia en Arkansas y Colorado, estado donde nació.
Experiencia del cazador multimillonario no bastaron

A pesar de su experiencia y de estar acompañado por un guía profesional y un rastreador local durante la expedición, el accidente fue inevitable. La zona donde ocurrió la cacería abarca aproximadamente 20,000 hectáreas, un terreno vasto y salvaje donde el control sobre los animales es limitado.
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El búfalo, un ejemplar imponente que puede alcanzar hasta 1,300 kilogramos, reaccionó “sin razón aparente” embistiendo al cazador, un recordatorio de los riesgos que implica este tipo de actividades.

Reacciones divididas tras la tragedia
Tras la noticia, la empresa Coenraad Vermaak Safaris, organizadora del safari, expresó su profundo pésame a la familia de Asher Watkins a través de sus redes sociales. Sin embargo, el incidente también generó un debate intenso en plataformas digitales. Mientras algunos usuarios defendieron la cacería deportiva como una tradición que fomenta la conservación y el control de especies, otros la criticaron severamente, cuestionando la ética detrás de esta práctica.
Algunos comentarios calificaron la muerte de Watkins como una “justicia poética”, señalando que enfrentarse a la naturaleza con fines recreativos y letales puede tener consecuencias imprevisibles. Este suceso ha reavivado la discusión sobre los límites de la cacería deportiva, el respeto a la vida animal y las responsabilidades de quienes se aventuran en este tipo de expediciones.

La tragedia de Asher Watkins no solo pone en evidencia los peligros de la caza en terrenos salvajes, sino que también invita a reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, y hasta qué punto es justificable convertir la vida salvaje en un objetivo de cacería.