El FBI confirmó que liberó a una persona de interés que había sido detenida en el marco de la investigación por el asesinato del comentarista político Charlie Kirk en el campus de Utah Valley University (Orem, Utah).
La comunicación oficial llega después de horas de confusión informativa. Autoridades estatales y federales ofrecieron mensajes parciales durante el 10 y 11 de septiembre, mientras se desplegaba un operativo de búsqueda que abarca el campus y vecindarios aledaños. La prioridad es evitar filtraciones que comprometan la indagatoria.
Según la reconstrucción preliminar, el atacante habría disparado a distancia, desde una azotea o edificio cercano, contra el punto donde Kirk realizaba un acto público al aire libre. La hipótesis de un tirador tipo francotirador es la que mayor tracción tiene entre los equipos de investigación.
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El arma que presuntamente se utilizó —un rifle de cerrojo de alta potencia— fue recuperada por agentes en una zona boscosa próxima al campus, pieza clave para peritajes balísticos y huellas. Con ello, el caso avanza a una fase forense que podría vincular evidencia física con rutas de huida.
Los primeros reportes describen a un sospechoso de edad universitaria que se mimetizó con el entorno estudiantil para ingresar y retirarse sin levantar sospechas inmediatas. Esa capacidad de pasar desapercibido es ahora un eje del análisis de cámaras y testimonios.
El gobernador Spencer Cox condenó el ataque y pidió prudencia informativa, al tiempo que el director del FBI, Kash Patel, confirmó la liberación del interrogado tras no hallarse elementos para retenerlo legalmente. El énfasis institucional es mantener transparencia sin entorpecer la pesquisa.
Kirk, de 31 años, era fundador de Turning Point USA y realizaba un evento de diálogo con estudiantes. Su muerte provocó pronunciamientos transversales en la clase política y reavivó el debate sobre seguridad en actos públicos y el impacto de la retórica polarizada en la vida cívica.
Mientras continúa la cacería del autor del disparo, el FBI solicita pistas y material (fotos, videos, relatos) que ayuden a reconstruir minuto a minuto la escena y los alrededores. Las autoridades insisten en que cualquier detalle puede ser determinante para avanzar.
A nivel operativo, el caso refuerza la necesidad de protocolos para mitigar riesgos en eventos abiertos: evaluación de alturas cercanas, perímetros ampliados y flujos de evacuación. La expectativa es que el aprendizaje inmediato se traduzca en mejores prácticas para universidades y foros cívicos.
Por ahora, la liberación del primer interrogado no frena la narrativa central: se trata de un ataque dirigido, perpetrado con planificación y aprovechando la arquitectura del campus. La investigación sigue abierta y, con ella, la búsqueda del responsable.
En el entorno universitario, profesores y estudiantes han planteado vigilias y espacios de escucha para procesar la conmoción, mientras especialistas en seguridad recomiendan auditorías de riesgo que incluyan revisión de azoteas, perímetros y rutas de evacuación. Universidades y foros cívicos estudian protocolos para eventos al aire libre que equilibren apertura y protección sin inhibir la vida pública.
En paralelo, organizaciones civiles han pedido prudencia informativa para no abonar a la desinformación ni a narrativas de odio. La investigación, recuerdan, requiere tiempo y sigilo; la prioridad inmediata es resguardar evidencia, fortalecer las líneas de denuncia anónima y ofrecer apoyo psicológico a testigos y comunidades afectadas, de modo que el tejido social no quede rehén del miedo.
La iberación del detenido no frena la investigación ni el reclamo social. El caso Kirk recuerda la fragilidad de los espacios públicos frente a la violencia planificada y pone al FBI bajo la presión de entregar resultados en un clima político cada vez más polarizado.
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Con información de LA JORNADA