Porque la vida es lo más importante, hoy hablaré sobre la plaga de langostas.
En el verano, las condiciones medioambientales favorecen el crecimiento de plantas y por lo mismo la reproducción de animales que se alimentan de ellas, como es el caso de eventos de abundancia poblacional masiva tales como las langostas, que son insectos grandes y herbívoros, parecidos a los popularmente llamados saltamontes, grillos o chapulines.
Una langosta sola es un insecto inofensivo, vulnerable, solitario y tímido, sin embargo cuando ocurre un aumento de la cantidad serotonina, un neurotransmisor conocido también como “hormona del bienestar”, las langostas pasan por cambios fisiológicos y de comportamiento, conocidos como polifenismo de fase, de tal forma que se reproducen velozmente y se comportan en grupo formando densos y voraces enjambres migratorios que se desplazan rápidamente, y que pueden recorrer hasta 100 kilómetros en un día, dependiendo de la velocidad del viento , devorando ; a su paso sus plantas preferidas.
La densidad de insectos documentada, ha llegado a más de cien millones por kilómetro cuadrado, para imaginarlo más fácilmente, pensemos en 100 langostas por metro cuadrado.
Una langosta puede comer cada día el equivalente a su peso en plantas, por lo que un enjambre, dependiendo de su tamaño podría comer millones de kilogramos de plantas al día, razón por la que históricamente se les ha considerado una plaga principalmente para las cosechas.
Los daños de la plaga en sí misma pueden multiplicarse por el uso masivo de insecticidas de alta toxicidad contra ella, ya que además de destruir a langostas; también destruyen insectos beneficiosos, y al mismo tiempo envenenan a las plantas, el aire, el agua y el suelo.