El tan esperado Premio Nobel de Medicina ha sido otorgado a Katalin Karokó y Drew Weissman, por su labor en la investigación contra el COVID-19, dos científicos de Hungría y Estados Unidos, respectivamente, considerados los padres de la vacuna que salvó miles de vidas durante la pandemia.
Se inicia la semana de este galardón que, como cada año, promete reconocer a las mentes más brillantes en sus seis históricas disciplinas: medicina, física, química, literatura, economía y paz.
Hoy, 2 de octubre de 2023 a las 11:45 de la mañana (hora en la España peninsular), tras un minucioso proceso de selección, los expertos del Comité Noruego del Nobel han hecho público el veredicto para la disciplina inaugural. Y mañana sucederá igual con el Nobel de Física, cuya entrega está prevista a las 11:30.
Así, los descubrimientos de Karokó y Weissman sobre las modificaciones de las bases de nucleósidos no solo permitieron desarrollar vacunas eficaces de ARN mensajero contra el COVID-19, sino también contribuir al avance sin precedentes de la inmunización contra otras enfermedades.
Hasta la pandemia por coronavirus que se declaró oficialmente en 2020, las vacunas estaban basadas en virus debilitados, un sistema que resultó exitoso en la inmunización contra la poliomielitis y la fiebre amarilla, entre otros. Sin embargo, la llegada del COVID-19 supuso un enorme desafío para la medicina, y es que la velocidad de propagación del virus obligó a los investigadores a trabajar en contra del reloj.
Durante la década de los 80, la comunidad científica comenzó a considerar la posibilidad de utilizar tecnologías de ARNm para vacunas y fines terapéuticos, pero surgieron algunos obstáculos: se observó que eran muy inestables, difíciles de introducir en las células, y daban lugar a reacciones inflamatorias, por lo que su desarrollo se detuvo temporalmente.
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No sucedió así en el laboratorio de Karokó, quien continuó depositando sus esperanzas en este método. Como profesora asistente en la Universidad de Pensilvania, inició un proyecto de investigación junto al doctor Weissman centrado en la interacción de los diferentes tipos de ARN con el sistema inmunológico. Y la colaboración dio sus frutos en 2005 -15 años antes de la pandemia-, cuando descubrieron que, al incluir modificaciones de base en el ARNm, se podía abolir por completo la respuesta inflamatoria de estas vacunas.
Pero no solo eso, sino que la introducción de estas modificaciones ha allanado el terreno para la investigación en la cura de otras enfermedades: “La tecnología también se puede utilizar para administrar proteínas terapéuticas y tratar algunos tipos de cáncer”, menciona el comunicado oficial de la Asamblea Nobel.
Se trata, pues, de un descubrimiento que ha cambiado por completo la visión del mundo científico respecto a las vacunas, y que abre la puerta a nuevas vías para luchar contra las actuales y futuras amenazas a la salud pública.
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Con información de National Geographic