La historia de amor más mediática de Hollywood se ha convertido en una de las batallas legales más largas y tensas de los últimos años. Brad Pitt y Angelina Jolie, quienes alguna vez fueron la pareja más admirada del cine mundial, continúan su enfrentamiento en los tribunales, esta vez por el control total del viñedo francés Château Miraval, valorado en más de 160 millones de dólares.
El conflicto, que lleva casi siete años en curso, ha escalado a nuevas dimensiones después de que Pitt acusara a Jolie de “actuar de mala fe” al vender su parte de la propiedad sin su consentimiento. Según documentos judiciales presentados en Los Ángeles, el actor asegura que su exesposa intentó “socavar deliberadamente” el negocio familiar, que ambos adquirieron en 2008 como símbolo de su unión.
El viñedo, ubicado en la región de Provenza, fue el escenario del matrimonio de la pareja en 2014 y también la base de una próspera empresa vinícola. Miraval Wines, una marca de lujo que exporta a más de 80 países, se convirtió en una de las etiquetas de rosado más exitosas del mundo. Pero tras su divorcio en 2016, la bodega se transformó en el epicentro de una guerra financiera.

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De acuerdo con el equipo legal de Pitt, Jolie vendió en secreto su participación a la empresa Tenute del Mondo, filial del conglomerado ruso Stoli Group, propiedad del magnate Yuri Shefler, a quien el actor acusa de mantener vínculos con oligarcas cercanos al Kremlin. “Esta transacción fue una traición. Miraval no es solo un negocio, es un legado que construimos juntos”, declaró Pitt en una entrevista reciente.
Por su parte, los representantes de Jolie argumentan que la venta fue completamente legal y que el actor había intentado “imponer condiciones abusivas” para impedirle desprenderse de su parte del patrimonio. “Angelina buscó independencia financiera tras años de manipulación y control emocional”, asegura su abogado, quien calificó la demanda como “una estrategia para mantenerla bajo presión”.
El caso ha polarizado a la opinión pública y expuesto las grietas de una relación que alguna vez simbolizó glamour y perfección. Durante el juicio, se han filtrado correos y documentos que muestran una historia marcada por el resentimiento, los desacuerdos sobre la crianza de sus hijos y la sombra de los conflictos domésticos que llevaron a su separación definitiva.
El proceso judicial también ha adquirido relevancia internacional por las implicaciones legales en materia de comercio y propiedad intelectual. Los abogados de Pitt buscan anular la venta alegando que viola la legislación francesa sobre copropiedad, mientras que los de Jolie sostienen que el contrato fue avalado por un tribunal europeo.
A nivel empresarial, el pleito podría afectar el futuro de Miraval Wines, una marca que ha recibido múltiples premios y colaboraciones con reconocidos enólogos. Algunos distribuidores han mostrado preocupación por la posible caída en ventas debido al desgaste mediático de la disputa. “El público ama la historia detrás del vino, pero no el drama que la rodea”, comentó el sommelier Jean-Luc Blanchard a Le Monde.

A sus 61 años, Brad Pitt ha intentado mantener un perfil bajo, centrado en sus producciones cinematográficas y en su empresa Plan B Entertainment, mientras que Jolie, de 50, ha volcado su energía en labores humanitarias y proyectos con la ONU. Sin embargo, el caso Miraval parece destinado a prolongarse.
La batalla entre Pitt y Jolie ya no es solo una disputa por una bodega; es el reflejo de cómo el amor, el orgullo y el dinero pueden convertir un paraíso en ruinas. En el viñedo donde alguna vez se juraron amor eterno, hoy solo crecen uvas amargas.
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Con información de INFOBAE



