Alemania presentó en Jülich una supercomputadora llamada a cambiar su posición en la carrera por la inteligencia artificial. El sistema, bautizado Jupiter, marca para Europa un salto cualitativo: potencia de clase exaescala pensada para ciencia de frontera y entrenamiento de modelos de gran tamaño.
El anuncio encaja en una apuesta de soberanía digital. Disponer de cómputo propio, abierto a universidades y empresas, reduce dependencia externa en áreas críticas como clima, energía, salud y nuevos materiales, donde la simulación y la IA se entrelazan cada vez más.
En términos de arquitectura, la máquina combina aceleradores de última generación con interconexiones de altísimo ancho de banda. El diseño busca minimizar cuellos de botella para cargas híbridas de IA y HPC, en las que mover datos con velocidad importa tanto como multiplicar FLOPS.
A continuación, las claves sobre el sistema, que cuenta con un poder equivalente al de un millón de teléfonos inteligentes.
– ¿Qué es Jupiter? –
Con sede en el Centro de Supercomputación de Jülich, en el oeste de Alemania, Jupiter es el primer superordenador europeo de exaescala. Exaescala significa que puede hacer mínimo 1 exaflop (unidad seguida de 18 ceros) de cálculos por segundo.
“Es como si se utilizaran al mismo tiempo 10 millones de computadoras portátiles convencionales, apiladas hasta una altura de 300 kilómetros”, comparó el canciller alemán Friedrich Merz el viernes durante la inauguración de Jupiter.
Estados Unidos ya tiene tres de estos ordenadores, todos operados por el Departamento de Energía.
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La eficiencia energética es un capítulo aparte. El centro recurre a enfriamiento líquido y contratos de suministro renovable, y se compromete a publicar métricas de PUE y consumo de agua. En la era de la IA, la legitimidad del cómputo también se juega en su huella ambiental.
El modelo de acceso es otro diferencial. Jupiter está pensado para convocatorias evaluadas por pares, programas de horas de máquina y alianzas con industria. La intención es clara: convertir la potencia bruta en descubrimientos y prototipos que circulen en la economía real.
Para las PYMES tecnológicas, el hito abre una puerta que suele estar cerrada por costos. Visión por computadora para manufactura, modelos de lenguaje verticales o gemelos digitales de líneas de producción podrían incubarse sin depender de nubes inaccesibles o inversiones inviables.
La inauguración tiene lectura geopolítica. Europa busca acortar distancias con Estados Unidos y China en cómputo avanzado y, en paralelo, construir un ecosistema propio de chips, software y talento que sostenga su competitividad manteniendo estándares de privacidad y sostenibilidad.
Jupiter está alojado en un centro que cubre unos 3.600 metros cuadrados -aproximadamente la mitad del tamaño de un campo de fútbol- lleno de estanterías de procesadores y funciona con la potencia de 24.000 chips Nvidia, que son los preferidos por la industria de la IA.
La Unión Europea financia la mitad de los 500 millones de euros (580 millones de dólares) necesarios para desarrollar y operar el sistema durante los próximos años y Alemania financia el resto. Su vasto poder de computación estará a disposición de investigadores en numerosos campos y de empresas para entrenar sus modelos de IA.
“Jupiter es un gran avance en el rendimiento de la computación en Europa”, dijo Thomas Lippert, director del centro de Jülich, a la AFP.
– ¿Cómo Jupiter puede ayudar a Europa en la carrera de la IA? –
Según Lippert, Jupiter es el primer superordenador internacional competitivo apto para entrenar modelos de IA en Europa, que ha quedado rezagado frente a Estados Unidos y China en la carrera de la IA.
“Estados Unidos y China están compitiendo codo a codo en una economía mundial impulsada por la inteligencia artificial”, pero Alemania y Europa “pueden recuperar” su retraso, dijo Merz, que calificó el proyecto de “pionero” e “histórico”.
Según un informe de la Universidad de Stanford publicado a principios de este año, instituciones con sede en Estados Unidos produjeron 40 modelos de IA “notables” (especialmente influyentes) en 2024, en comparación con 15 de China y solo tres de Europa.
“Es la máquina de inteligencia artificial más grande de Europa”, dijo Emmanuel Le Roux, jefe de computación avanzada de Eviden, a la AFP.
Jupiter fue construido por un consorcio formado por Eviden -una subsidiaria del gigante tecnológico francés Atos- y por el grupo alemán ParTec.
José María Cela, investigador principal del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona, declaró que el nuevo sistema es “muy significativo” en los esfuerzos de entrenar modelos de IA en Europa.
“Cuanto más grande sea el ordenador, mejor será el modelo que desarrolles con inteligencia artificial”, afirmó Cela a la AFP.
Los grandes modelos de lenguaje (LLMs) se entrenan con vastas cantidades de texto y se usan en chatbots de IA generativa como ChatGPT de OpenAI y Gemini de Google.
Sin embargo, Jupiter, que funciona con chips de Nvidia, sigue dependiendo en gran medida de la tecnología estadounidense.
El dominio de Estados Unidos sobre el sector tecnológico mundial se ha convertido en una fuente de creciente preocupación a medida que las relaciones entre ese país y Europa se han deteriorado.
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El ritmo de la IA presiona las hojas de ruta. Los modelos crecen, la demanda de datos no se detiene y las aplicaciones se bifurcan hacia sectores que hasta ayer operaban sin algoritmos. Contar con un faro exaescala ofrece un punto de anclaje para ordenar prioridades y ensayar soluciones.
Más allá del récord, el valor de Jupiter se medirá en papers aceptados, patentes, spin-offs y mejoras operativas en industrias concretas. La promesa es convertir cómputo en impacto, acortando el trayecto entre simulación y planta, entre laboratorio y quirófano.
Si el plan prospera, Jülich no solo alojará una máquina veloz, sino un catalizador europeo. Un lugar donde científicos, ingenieros y emprendedores aceleren descubrimientos y, de paso, doten a la región de la infraestructura que exige una década de innovación guiada por datos.