Con la debilitada precandidatura del gobernador de Florida, Ron DeSantis, en el espejo retrovisor, el expresidente Donald Trump enfoca sus ataques en la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, quien ha experimentado un discreto aumento de su popularidad según encuestas recientes.
Para atacar a Haley, Trump desempolvó la misma vieja táctica que usó por primera vez en 2011 contra el entonces presidente Barack Obama cuando consideró competir en las elecciones presidenciales de 2012: una acusación falsa de no calificación para aspirar a la presidencia de Estados Unidos.
A diferencia del caso de Obama, a quien Trump acusó falsa y reiteradamente durante cinco años de no ser un presidente legítimo por no haber nacido en Estados Unidos, Trump señala a Haley por falta de elegibilidad para aspirar a la presidencia por la ciudadanía de sus padres al momento de su nacimiento.