Un equipo de investigadores ha descubierto que una de las grandes extinciones en la historia de la Tierra provocó profundos desequilibrios en el sistema climático, cuyas repercusiones se prolongaron durante millones de años.
En el corazón de este hallazgo está la vasta actividad volcánica que tuvo lugar en lo que ahora es Siberia a finales del Pérmico, hace unos 252 millones de años. En esa región, conocida como las Trampas Siberianas, se liberaron enormes cantidades de dióxido de carbono (CO₂), lo que desató un calentamiento planetario abrupto. Esta disrupción no solo elevó las temperaturas, sino que también desencadenó plagas de lluvias ácidas y desestabilizó los ecosistemas tanto marinos como terrestres.
La secuencia de un clima salvaje:
Sin embargo, el cambio gradual del termostato no bastó para explicar la magnitud del colapso biológico. El estudio, liderado por la Universidad de Bristol y la Universidad China de Geociencias, reveló otro factor crucial: episodios extremos de un “mega‑El Niño” tan intensos que alteraron drásticamente los patrones climáticos. Se trataría de un El Niño que duraba, no meses ni un par de años, sino varias décadas, exacerbado por cuerpos de agua gigantes como el antiguo Pantalásica.
Un vaivén mortal de sequías e inundaciones:
En un modelo climático global, los periodos de calentamiento severo y los fenómenos extremos se sucedieron uno tras otro: sequías brutales seguidas de inundaciones devastadoras. Estas condiciones extremas desataron incendios masivos, acabaron con la cubierta vegetal y erosionaron los sistemas ecológicos durante un lapso de aproximadamente 100 000 años .
¿Por qué fue tan letal?
A diferencia de extinciones anteriores que comenzaron en los océanos, este suceso fue particularmente catastrófico para la vida terrestre. Las investigaciones muestran que los océanos inicialmente se calentaron más lentamente, pero el “mega‑El Niño” extendió las olas de calor también al medio terrestre, sobrepasando rápidamente la capacidad de adaptación de las especies que habitaban la superficie.
Además, el colapso de la vegetación detuvo el principal mecanismo de absorción de CO₂, lo que amplificó aún más el calentamiento global. Sin cobertura vegetal, la regulación natural del carbono en la atmósfera se vino abajo .
Enseñanzas para el mundo actual:
Este análisis de una extinción que sucedió hace casi un cuarto de millón de años tiene lecciones directas para nosotros hoy. El estudio revela que no es suficiente con aumentar las temperaturas; lo verdaderamente letal es la volatilidad extrema del clima —estos ciclos de estrés ambiental intenso, breve y repetido—, que es precisamente lo que enfrentamos hoy día con un clima que se calienta cada vez más .
Los investigadores advierten que los mismos factores que causaron esa catástrofe —combustibles fósiles, gas de efecto invernadero, alteración de la cubierta vegetal—, se están presentando ahora con una duración e intensidad sin precedentes. Para muchos científicos, esto ya constituye una sexta extinción masiva, impulsada por nuestra propia actividad, y a un ritmo mucho más rápido que en la historia natural.
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