El cohete más potente de la historia, el Starship de SpaceX, despegó este jueves desde una plataforma en Boca Chica, Texas.
Sin embargo, cuando apenas acariciaba el espacio, estalló en el aire.
La buena noticia es que no tenía tripulantes a bordo y que, pese a su abrupto desenlace en el cielo, cumplió con múltiples objetivos de vuelo.
Pablo de León, director de Estudios Espaciales de la Universidad de Dakota del Norte, explicó en Panorama Mundial qué pudo haber ocasionado la explosión del cohete.
Antes del lanzamiento Musk ya había advertido de que algo podría fallar, señalando que podrían ser necesarios varios intentos antes de que Starship tuviera éxito en este vuelo de prueba cuyo objetivo era “sencillo”:, debía alcanzar velocidades lo suficientemente rápidas como para entrar en órbita para luego aterrizar en el Océano Pacífico cerca de Hawái.
Y esta posibilidad estaba presente desde la misma fundación de Space X, cuyo lema podría ser “Fracasa rápido, pero aprende más rápido”.
Y es que en general, mientras las agencias espaciales tienen un historial de revisar todos los detalles del diseño antes de lanzar un vuelo, las empresas apuestan más por un modelo similar al de las actualizaciones de los sistemas operativos: lo lanzan y ven cómo responde.
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Durante el despegue de Starship todo fue como se esperaba: los 33 motores del propulsor Super Heavy se encendieron y la nave se elevó sin problemas.
Pocos minutos después el cohete pasó por un período de máxima presión aerodinámica, uno de los momentos cruciales para el lanzamiento de cualquier nave, debido a la tensión a la que se somete. Y también superó esta etapa, aunque ya se habían apagado 6 de sus motores.
Fue pocos segundos después, cuando debía producirse la separación del cohete Super Heavy que impulsa a Starship y esta cuando comenzaron los problemas. Para esta nave se eligió un sistema de separación del propulsor basado en la fuerza centrífuga: la nave gira sobre sí misma y la fuerza velocidad hace el resto.
Es un principio similar a cuando destapamos una botella con tapa a rosca haciendo girar la tapa rápidamente. Solo que en este caso no hubo separación y el sistema automático de terminación de vuelo destruyó el cohete para controlar los daños.
De hecho hay quienes lo consideran un pequeño traspié apenas, como Bill Nelson, director de la NASA, que en un tweet aseguro: “Cada gran logro a lo largo de la historia ha exigido cierto nivel de riesgo calculado, porque con un gran riesgo viene una gran recompensa”.
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Con información de CNN