Según un nuevo estudio destaca que los reclutadores de las organizaciones criminales en México convencen a sus potenciales miembros con promesas de pertenencia social.
Dicho estudio, realizado por los investigadores en Estados Unidos, México y Polonia, se desprendió de entrevistas a profundidad con 79 personas que hacen o hicieron parte de organizaciones criminales.
Los entrevistados han ostentado variados grados de responsabilidad, desde vigías y traficantes hasta sicarios y jefes.
Este estudio se conoce en un momento en que el reclutamiento reviste gran importancia para las organizaciones al margen de la ley en México, afirman los autores.
La violencia entre grupos criminales se ha mantenido en un punto álgido desde comienzos de la década de 2000 y sigue cobrando vidas, lo que empuja a los grupos a reponer el pie de fuerza perdido.
Describe cuántos potenciales miembros consideran que el ingreso a un grupo criminal es un paso lógico a la luz de una extensa exposición a la criminalidad en su entorno social y en su crianza.
Los reclutas están “preparados mentalmente” para pertenecer a un grupo, dice el marco. La participación de sus familiares en grupos criminales y cierta normalización de la presencia del grupo simplifican la llegada al reclutamiento.
Los autores confirmaron esto mediante entrevistas en Tepito, una de las colonias más peligrosas de Ciudad de México y cuna de una importante agrupación criminal, como La Unión Tepito.
Los investigadores observaron que muchos menores de edad estaban expuestos al crimen organizado desde temprana edad.
“Muchas de sus familias se dedican a alguna actividad criminal: el padre, el tío, el primo”, como lo describió un trabajador social a los autores.
Es posible que los mismos ya estuvieran involucrados en delitos menores, algo que facilitaba aún más su adhesión al grupo. Para quienes se encuentran en esa situación, el ingreso formal en un grupo criminal puede no considerarse un gran paso, sino más bien una extensión de un estilo de vida en el que ya participaban.
Pero la integración social a los grupos criminales suele ser de una sola vía.
“El riesgo de retaliaciones del cartel hace posible dejar el cartel solo si el integrante está dispuesto a exiliarse de grupos cercanos, lo cual va contra la tendencia al colectivismo”, destaca el estudio.
Salirse puede tener consecuencias desastrosas físicas y sociales para los exintegrantes. InSight Crime ha cubierto las historias de miembros de grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en las que se muestra la imposibilidad de dejar el grupo, y que en el proceso se arriesgan a perder la vida.
“Yo quisiera cambiar por mis hijos, pero es muy difícil. Todos entramos juntos”, comentó a los autores un integrante de uno de esos grupos.
Además de las fuerzas sociales, las motivaciones individualistas también promueven el reclutamiento para los grupos criminales, encontraron los investigadores.
Los reclutas están motivados por deseos personales de riqueza, poder y estatus que asocian con la pertenencia al grupo. Esa relación ya ha sido explicada en literatura anterior, según los autores.
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En barrios que ofrecen escasas oportunidades económicas diferentes de esa, es difícil rechazar la oferta de los grupos criminales. Los autores vieron esto de primera mano en Tepito, donde los individuos veían la pertenencia a un grupo criminal como una forma de llevar un estilo de vida opulento y de tener influencia en la comunidad.
“Los chicos de Tepito se ven atraídos por todo ese dinero, y quiere trabajar para La Unión Tepito para tener las mismas cosas”, le confesó un residente de Tepito a los autores.
El problema se extiende más allá de Tepito. Millones de adolescentes mexicanos experimentan la pobreza, según estadísticas oficiales. Muchos de esos niños se convierten en blancos primordiales de las organizaciones criminales, que los atraen con promesas de riqueza.
Los grupos criminales mexicanos usan de manera recurrente las redes sociales para hacer alarde de su estilo de vida. Las publicaciones que exhiben la ostentación de la vida criminal: autos, armas y dinero, posiblemente favorezcan el reclutamiento. Quizás el mejor ejemplo de esto sean los Chapitos, los hijos del antiguo capo del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán, alias “El Chapo“. Han consolidado una marca en TikTok que se conoce como “La Chapiza“.
Los autores presentan el ejemplo de un entrevistado que fue miembro activo de los Caballeros Templarios, agrupación criminal que llegó a acumular mucho poder en el oeste de México. Él entró en contacto con el grupo a los 14 años para ganar dinero para su familia, pues el ingreso del padre no era suficiente.
El trabajo de estos autores se desprende de hallazgos anteriores y pone de relieve un aspecto de la relación entre la masculinidad y el crimen organizado que se extiende más allá del enfoque más común que observa cómo la noción de masculinidad motiva la extrema violencia hacia otros grupos y hacia las mujeres.
Si bien los autores no hicieron recomendaciones de políticas específicas, su trabajo subraya la importancia del reclutamiento para mantener vivas las organizaciones criminales. También señala posibilidades para boicotear las vías de reclutamiento ofreciendo modelos alternativos para que jóvenes susceptibles de ser reclutados cumplan su deseo de ayudar a sus familias, forjar lazos sociales y vivir de acuerdo con los ideales trazados por padres, hermanos y tíos.
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Con información de Sin Embargo