El glioblastoma es uno de los tipos de cáncer cerebral más agresivos y mortales conocidos por la ciencia. Este tumor, que representa cerca del 48% de los cánceres malignos del sistema nervioso central, no solo invade el cerebro, sino que recientes investigaciones han revelado que también puede erosionar los huesos del cráneo y alterar la médula ósea.
Según un estudio publicado por el Albert Einstein College of Medicine, el glioblastoma genera canales entre el cerebro y la médula ósea craneal, permitiendo el paso de células inflamatorias que favorecen su crecimiento. Este hallazgo cambia por completo la visión tradicional del tumor, pues demuestra que no está confinado al cerebro, sino que interactúa directamente con el sistema inmunológico óseo.
Una enfermedad de alta letalidad

El glioblastoma multiforme (GBM) es el tumor cerebral primario más común en adultos. Su comportamiento invasivo y su resistencia a la radioterapia y quimioterapia lo convierten en un gran desafío clínico.
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Incluso con tratamientos combinados —cirugía, radioterapia y temozolomida— la supervivencia media apenas alcanza de 12 a 18 meses, y menos del 7% de los pacientes vive más de cinco años tras el diagnóstico, de acuerdo con la American Association of Neurological Surgeons.
Los investigadores advierten que el uso de medicamentos destinados a fortalecer los huesos, como los antiosteoporóticos, podría resultar contraproducente en pacientes con glioblastoma, ya que modificarían el microambiente óseo a favor del tumor.
Por qué es tan agresivo

El cáncer cerebral llamado glioblastoma se caracteriza por su alta heterogeneidad genética, lo que le permite adaptarse rápidamente a los tratamientos. Además, cambia su metabolismo con el tiempo —un fenómeno conocido como “camuflaje metabólico”— y evade la respuesta del sistema inmunológico creando entornos inflamatorios que le ayudan a sobrevivir.
Los síntomas iniciales incluyen dolores de cabeza persistentes, convulsiones, cambios de personalidad, pérdida de memoria o debilidad en un lado del cuerpo. Estas señales suelen confundirse con otros trastornos neurológicos, lo que retrasa el diagnóstico.
Investigación y esperanza

Pese a su letalidad, la ciencia no se detiene. Modelos de inteligencia artificial ya ayudan a predecir la evolución del tumor, y las terapias combinadas con fármacos que atacan su metabolismo han mostrado resultados prometedores.
El glioblastoma sigue siendo un enemigo complejo, pero cada nuevo descubrimiento ofrece una luz de esperanza para mejorar el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes.