La espirulina es un tipo de microalga de color azul-verde que ha cobrado gran popularidad en los últimos años gracias a sus impresionantes cualidades nutricionales y beneficios para la salud.
Este superalimento ha sido utilizado como fuente de alimento durante siglos, especialmente por civilizaciones antiguas en África y América. Ahora, la espirulina está ganando peso entre deportistas y demás atletas por sus capacidades para mejorar el rendimiento y favorece la recuperación tras un esfuerzo físico.
Lo que distingue a la espirulina de otros alimentos es su excepcional perfil nutricional. Es rica en proteínas de alta calidad, conteniendo todos los aminoácidos esenciales que necesitamos, lo que la convierte en una fuente invaluable de proteína, especialmente para las dietas vegetarianas y veganas. Además, la espirulina es una fuente significativa de vitaminas como la A, C, E, y del complejo B, incluyendo B12, que a menudo es difícil de obtener de fuentes no animales.
Otro de los componentes destacados de la espirulina es su contenido en minerales esenciales tales como hierro, magnesio, calcio y zinc.
Es importante destacar su alta concentración de hierro biodisponible, lo que la hace particularmente útil para personas con anemia o para aquellos que buscan prevenir esta condición. Además, la espirulina contiene ácidos grasos esenciales, incluidos omega-3 y omega-6, fundamentales para mantener la salud cerebral y cardiovascular.
Los pigmentos que dan a la espirulina su distintivo color azul-verde, como la clorofila y la ficocianina, no solo son responsables de sus propiedades antioxidantes, sino que también juegan un rol importante en su capacidad para combatir la inflamación y estimular el sistema inmunológico. Los antioxidantes presentes ayudan a neutralizar los radicales libres en el cuerpo, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas.
La espirulina también se considera beneficiosa para la salud digestiva, gracias a su contenido en fibra y a que promueve el crecimiento de microflora beneficiosa en el intestino. Su efecto desintoxicante, especialmente respecto a metales pesados como el arsénico, amplía aún más su perfil como superalimento.
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Debido a su amplia gama de nutrientes, la espirulina ha mostrado potencial en diversas áreas de la salud. Por ejemplo, investigaciones sugieren que puede ayudar a regular los niveles de azúcar en la sangre, lo que es prometedor para personas con diabetes tipo 2. Además, su capacidad para reducir el colesterol LDL (el “colesterol malo”) y triglicéridos, al tiempo que aumenta el colesterol HDL (el “bueno”), apoya la salud cardiovascular.
Incorporar la espirulina a la dieta es muy sencillo, pues está disponible en varias formas, incluyendo polvo, tabletas o cápsulas. El polvo de espirulina puede añadirse a los batidos, jugos o incluso a recetas como ensaladas y salsas para enriquecerlos nutricionalmente. Sin embargo, es importante empezar con dosis pequeñas e ir aumentando gradualmente, debido a su potente sabor y propiedades detoxificantes.
A pesar de sus numerosos beneficios, la espirulina no está exenta de precauciones. Debe consumirse con moderación y es esencial asegurarse de adquirirla de fuentes confiables para evitar contaminación con toxinas. Las personas con condiciones médicas específicas o que toman ciertos medicamentos deberían consultar a un profesional de la salud antes de incluirla en su dieta.
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Con información de Infobae