Por Lorena Careaga
Hablando de historia y otras cosas, ¿saben ustedes qué tienen en común una copa, un plato, una bombilla, un espejo, un artículo de joyería, una lente, un utensilio de laboratorio y una fibra óptica?
Qué tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos del vidrio y su fascinante historia.
El vidrio podría definirse como un material duro, frágil y transparente, que se obtiene al derretir arena de sílice a altísimas temperaturas, junto con carbonato de sodio y piedra caliza. Es en ese estado de fusión y calor que el vidrio adquiere su cualidad maleable y se deja manipular en la creación de una pieza.
Nadie sabe exactamente dónde ni cuándo produjeron los humanos el primer vidrio. Existen evidencias en el Egipto del segundo milenio a.C., así como entre los fenicios, pero se considera a Mesopotamia, cuna de ésta y muchas otras maravillas, el lugar donde se fabricaron las piezas más antiguas que han perdurado hasta hoy. Era el vidrio, en aquel entonces, un artículo escaso y suntuario, tan valioso, según el Job de la Biblia, como el oro.
La primera revolución llegó con la técnica del vidrio soplado, inventada en Siria en los tiempos del imperio romano y utilizada por diversos artesanos hasta nuestros días. La creciente variedad de formas y objetos de vidrio se hicieron cada vez más accesibles en Europa y Medio Oriente. Las catedrales góticas se llenaron de ventanas y rosetones de vidrio plomado, mientras que Venecia se coronó, desde el siglo XIV, como la capital de un vidrio brillante, ligero, de exquisitas formas y colores. Tan apreciado era que los artesanos que lo fabricaban tenían prohibido abandonar la isla de Murano para evitar que divulgaran sus secretos.
En 1676 ocurrió una segunda revolución tecnológica al agregar óxido de plomo al vidrio, afectando su natural coloración verde azulosa. Se transformó, entonces, en cristal claro y transparente. ¿Y que es lo más sorprendente de este multifacético compuesto? Que el vidrio, uno de los materiales más duros que se conocen, es, al mismo tiempo y a nivel molecular, un líquido. Un líquido sobreenfriado y extremadamente viscoso.
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