La cueva de Balamkú, situada en la zona arqueológica de Chichén Itzá, ha revelado un santuario subterráneo que permaneció intacto durante siglos.
Este hallazgo, realizado por arqueólogos del proyecto Gran Acuífero Maya, destaca por su riqueza arqueológica y su relevancia cultural, ya que resguarda más de 200 piezas que ofrecen una nueva perspectiva sobre la civilización maya.
El descubrimiento del santuario subterráneo maya
El equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrió objetos como incensarios, cajetes y otras piezas rituales. Estas evidencias, cuidadosamente dispuestas en el interior de la cueva, confirman que Balamkú fue un lugar sagrado donde los mayas realizaban ceremonias.
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De acuerdo con los especialistas, las cuevas representaban para los antiguos mayas una entrada al inframundo y eran utilizadas como espacios de conexión con sus deidades.
Según Guillermo de Anda, explorador y líder del proyecto Gran Acuífero Maya, este hallazgo es uno de los más importantes de los últimos años. “Balamkú nos brinda una oportunidad única para estudiar cómo los mayas integraban su entorno natural a sus rituales y creencias”, señaló. Este proyecto ha sido esencial para explorar y documentar nuevos espacios arqueológicos en la península de Yucatán.
Objetos asociados a rituales con el agua
El santuario subterráneo no solo destaca por la cantidad y conservación de las piezas encontradas, sino también por su significado. Muchos de los objetos están asociados con rituales relacionados con el agua y las deidades vinculadas a este elemento, reforzando la conexión simbólica y práctica de los mayas con los cenotes y acuíferos subterráneos.
Además de su relevancia arqueológica, este descubrimiento subraya la riqueza cultural e histórica de México y la necesidad de proteger el patrimonio. Los expertos advierten que la cueva está en un estado frágil, por lo que su análisis debe realizarse con extremo cuidado para evitar daños.
Finalmente, el proyecto Gran Acuífero Maya no solo contribuye al entendimiento de la civilización maya, sino que también evidencia la importancia de continuar investigando y conservando los tesoros ocultos en la región. Estos hallazgos son un testimonio vivo de la complejidad y grandeza de una cultura que aún guarda secretos bajo la superficie de la península de Yucatán.
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