El dodo (Raphus cucullatus), ave endémica de la isla Mauricio extinguida en el siglo XVII, se ha convertido en un símbolo de la fragilidad de la biodiversidad frente a la acción humana. Ahora, un equipo internacional de científicos anunció un avance que podría marcar un antes y un después en la biología de la conservación: el uso de técnicas de edición genética y biología sintética para sentar las bases de una posible recuperación de la especie. Aunque aún falta camino por recorrer, el anuncio ha generado expectativa y controversia en la comunidad científica y entre defensores del medio ambiente.
La investigación partió del análisis de restos fósiles y subfósiles de dodos conservados en colecciones científicas, de los cuales se lograron obtener fragmentos de ADN. Estos fragmentos fueron comparados con el genoma de especies emparentadas, como las palomas modernas, con el fin de identificar similitudes y diferencias genéticas clave. El resultado permitió reconstruir parcialmente el genoma del dodo, un paso esencial para cualquier intento de de-extinción.
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Los científicos explicaron que su objetivo inmediato no es “revivir” al dodo en el sentido literal, sino entender su biología y explorar cómo los avances genómicos pueden ayudar a la conservación de especies vivas. Sin embargo, con herramientas como Crispr-Cas9, se abre la posibilidad de insertar genes característicos del dodo en aves actuales, creando organismos híbridos con rasgos fenotípicos similares a los del ave extinta.
Este enfoque plantea una serie de desafíos técnicos. Por un lado, está la dificultad de garantizar que la combinación genética no produzca malformaciones o enfermedades imprevistas. Por otro, surge la pregunta sobre el hábitat: el ecosistema de Mauricio ha cambiado radicalmente desde la desaparición del dodo, y su eventual reintroducción tendría que evaluarse con sumo cuidado para no generar desequilibrios adicionales.
A pesar de las limitaciones, el avance representa un triunfo en el campo de la biología sintética. Las técnicas desarrolladas para el dodo podrían aplicarse a otras especies amenazadas o en peligro de extinción, reforzando sus genomas y ayudándolas a adaptarse al cambio climático. En ese sentido, los científicos defienden la investigación no como un ejercicio de nostalgia, sino como un laboratorio para construir herramientas útiles en el presente.
Las implicaciones éticas son otro aspecto central. ¿Es correcto “jugar a ser dioses” y traer de vuelta especies que desaparecieron hace siglos? Algunos ecólogos consideran que los recursos invertidos en la de-extinción deberían destinarse a la protección de hábitats y animales que hoy enfrentan una desaparición inminente. Otros, en cambio, sostienen que el dodo es un caso paradigmático que puede sensibilizar a la sociedad sobre los riesgos de perder biodiversidad.
El anuncio ha reavivado también el interés del público general. La figura del dodo ha trascendido la ciencia y se ha convertido en un ícono cultural, presente en la literatura, el arte y hasta en películas como Alicia en el País de las Maravillas. Recuperar siquiera una versión parcial de esta ave tendría un enorme valor simbólico, además de científico.
En paralelo, los avances tecnológicos vinculados a este tipo de proyectos ya están generando aplicaciones en campos como la medicina, la biotecnología y la agricultura. Los métodos de análisis genómico, almacenamiento de ADN y edición de precisión pueden transferirse a distintas áreas, reforzando la idea de que la ciencia de la de-extinción produce beneficios más amplios que el simple objetivo de “resucitar” especies.
La comunidad científica, no obstante, pide prudencia. Aún falta validar los resultados, probar la viabilidad de los organismos generados y establecer protocolos de seguridad. Además, advierten que la fascinación mediática puede crear falsas expectativas sobre plazos y resultados. El dodo, si alguna vez regresa, será un proceso lento y probablemente parcial, no una réplica exacta del ave extinta.
El paso dado por los científicos en el estudio del dodo es un hito en la biología contemporánea. Más que una promesa de resurrección inmediata, representa una ventana a nuevas herramientas para enfrentar la crisis de biodiversidad global, y un recordatorio de la responsabilidad humana en la extinción y la conservación de la vida en la Tierra.
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Con información de LA JORNADA