El incremento de la violencia en México ha llevado a un giro inusual y preocupante: el cierre de iglesias en al menos 10 municipios del sur del país. La creciente ola de ataques criminales contra pastores y curas ha llevado a la comunidad cristiana a tomar la difícil decisión de clausurar sus lugares de culto, buscando resguardarse ante la amenaza constante.
Cierran iglesias en México por Crimen Organizado
En estos municipios, la situación se ha vuelto insostenible, especialmente en Chiapas, donde los ataques criminales han superado los límites tolerables.
Las iglesias cristianas, que tradicionalmente han sido lugares de encuentro y culto, ya no pueden llevar a cabo sus actividades religiosas debido al miedo a ser blanco de grupos criminales que imperan en la región.
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La violencia no solo se ha dirigido hacia los líderes religiosos, sino también hacia los miembros de la feligresía. Se han reportado casos de extorsiones, hostigamientos, robos y, en casos extremos, asesinatos a sangre fría.
Los ciudadanos afectados han expresado su temor y desconfianza hacia las autoridades, ya que, según informes, algunos no solo están siendo extorsionados sino que también han sufrido amenazas directas.
El presidente de la Asociación de Pastores Evangélicos en Tapachula, Chiapas, Gamaliel Fierro Martínez, denunció los abusos sufridos por la comunidad cristiana, señalando que, aunque han presentado informes ante las instancias correspondientes, no han recibido soluciones. Además, la amenaza constante del crimen organizado ha llevado a que estos casos no sean expuestos públicamente, generando un silencio por temor a represalias.
El presidente de la Asociación también destacó la percepción de ineficacia por parte de las autoridades, lo que ha llevado a la comunidad a creer que tratar de lidiar con los criminales por sus propios medios sería “perder el tiempo”.
Esta desconfianza y percepción de impunidad han llevado a un acuerdo entre los líderes religiosos de cerrar todas las iglesias, una medida drástica pero considerada necesaria para garantizar la seguridad de los devotos.
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Este fenómeno pone de manifiesto la cruda realidad de comunidades que enfrentan la violencia y la impunidad, obligadas a tomar medidas extremas para preservar la seguridad de sus miembros. El cierre de iglesias no solo representa la pérdida de lugares de culto, sino también el reflejo de la grave crisis de seguridad que afecta a diversas regiones de México.
