La investigadora y paleógrafa Gladys Lizabe sorprendió al presentar un estudio en el que se confirma el extenso vínculo entre las mujeres y la producción cultural durante la Edad Media. El hallazgo, basado en el análisis de manuscritos y documentos de escribas medievales, cuestiona las visiones tradicionales que habían minimizado la participación femenina en el ámbito intelectual de la época.
Lizabe explicó que su investigación se centra en manuscritos del siglo XII al XV, en los que aparecen referencias a mujeres como autoras, copistas y mecenas de obras literarias y religiosas. Estos descubrimientos, según la especialista, demuestran que la cultura medieval no fue exclusiva de los hombres, como durante mucho tiempo se creyó.
Entre los hallazgos más llamativos se encuentran registros de monjas y mujeres nobles que no solo copiaban textos, sino que también producían reflexiones propias y encargaban la elaboración de códices. Estas prácticas evidencian que su papel en la transmisión del conocimiento fue más activo de lo que se ha reconocido.
TAL VEZ TE INTERESE: Perrito muere por asfixia tras ser obligado a viajar en maletero de autobús
La investigadora resaltó que muchas de estas contribuciones quedaron invisibilizadas porque los documentos posteriores omitieron o minimizaron el rol de las mujeres, privilegiando las narrativas masculinas en la historia cultural.
El estudio también aborda cómo la educación de las mujeres medievales, aunque restringida, se relacionaba directamente con la vida monástica. Los conventos se convirtieron en centros de producción cultural donde las religiosas tenían acceso a libros, escritura y espacios de reflexión intelectual.
Lizabe subrayó que reconocer la participación femenina no implica romantizar el pasado, sino darle la justa dimensión a su papel en el desarrollo cultural. “Las mujeres fueron parte fundamental de la construcción de la memoria escrita medieval, aunque la historia oficial no siempre lo haya contado”, afirmó.
El trabajo de la investigadora ha sido recibido con entusiasmo en círculos académicos, donde se reconoce que estos hallazgos permiten replantear la enseñanza de la historia de la literatura y la cultura en Europa.
De acuerdo con la historiadora Gladys Lizabe, los nuevos estudios permiten comprender que “el vínculo entre mujer y cultura es de largo aliento”, pues las escribas de la Edad Media no solo copiaban textos, sino que se insertaban en las redes intelectuales y espirituales de su tiempo. El oficio, además, les daba prestigio social y reconocimiento en ámbitos donde se les consideraba tradicionalmente inferiores.
Las cifras que reescriben la historia
Un análisis de la Universidad de Bergen reveló datos sorprendentes:
-
Entre los años 400 y 1500 se produjeron más de 10 millones de manuscritos en el occidente latino medieval.
-
Se han identificado 254 colofones escritos por mujeres dentro de un universo de 23,774 registros estudiados.
-
Esto significa que al menos 110,000 manuscritos pudieron ser copiados por mujeres, de los cuales unos 8,000 podrían conservarse todavía.
Aunque las cifras representan una fracción del total, confirman que las mujeres no eran casos aislados, sino parte activa de la transmisión cultural medieval.
Instituciones culturales ya han mostrado interés en organizar exposiciones y conferencias que difundan los resultados de esta investigación, pues consideran que contribuye a una visión más inclusiva y realista de la Edad Media.
El público también ha mostrado interés por el tema, reflejado en la atención que ha generado en redes académicas y en espacios de divulgación cultural. Para muchos, se trata de un recordatorio de que la historia debe revisarse constantemente a la luz de nuevas evidencias.
Con este estudio, Gladys Lizabe revaloriza el papel de las mujeres en la Edad Media y abre la puerta a futuras investigaciones que sigan sacando a la luz las huellas femeninas en la historia de la cultura occidental.
Invisibilizadas por siglos
Gran parte de estas aportaciones quedaron ocultas porque muchas escribas no firmaban sus obras, o lo hacían con iniciales y nombres ambiguos. La narrativa histórica dominada por varones contribuyó a relegar su presencia, alimentando la idea errónea de que las mujeres no participaban en el mundo intelectual.
No obstante, algunos testimonios directos han llegado hasta hoy. Un colofón del siglo XV, por ejemplo, fue firmado por una monja llamada Birgitta, quien pedía oraciones “por ella, pecadora”, tras haber copiado un salterio. Estas huellas personales permiten humanizar y reivindicar su rol en la historia.
Mujeres que dejaron su marca
Existen casos destacados como Guda, una iluminadora que dejó un autorretrato en un manuscrito medieval, prueba visual de que las mujeres también ejercían funciones artísticas en el mundo de los libros. Además, frases como scriptrix donetur in celis merces scribentis (“que la escriba reciba su recompensa en los cielos”) aparecen en colofones firmados por mujeres.
Un reconocimiento necesario
El hallazgo y visibilización de estos datos obliga a reescribir la historia cultural de la Edad Media, reconociendo a las mujeres como agentes activas en la transmisión del conocimiento y no como meras espectadoras.
Hoy se sabe que el legado de las escribas fue esencial para la conservación de textos religiosos, filosóficos y literarios que todavía forman parte del acervo cultural universal.
TAL VEZ TE INTERESE: Puebla exhuma a perrito por caso de crueldad animal
Con información de LA JORNADA
Deja un comentario Cancelar respuesta