El Cenote Dos Ojos, ubicado en la Riviera Maya, Quintana Roo, es una de las joyas naturales más impresionantes de México, conocido por sus aguas cristalinas y su sistema de cuevas subacuáticas que atrae a buceadores de todo el mundo.
Parte del sistema Sac Actun, el más largo de su tipo con 376 kilómetros de cuevas exploradas, este cenote ofrece una experiencia única, pero su creciente popularidad plantea preocupaciones sobre su conservación. A continuación, exploramos los secretos de este paraíso y los retos que enfrenta en 2025.
Nombrado por sus dos entradas principales que parecen ojos, Dos Ojos se encuentra a 22 kilómetros de Tulum, dentro de un parque ecoturístico que combina aventura y naturaleza. Sus aguas, con una visibilidad de hasta 100 metros, permiten observar formaciones de estalactitas y estalagmitas formadas hace miles de años. Sin embargo, algunos visitantes han reportado un aumento en la basura y el deterioro de las instalaciones, lo que cuestiona la gestión del sitio frente al turismo masivo.
El cenote es un imán para buceadores, con dos rutas principales: la Barbie Line y la Bat Cave, que ofrecen inmersiones de hasta 9 metros de profundidad. Estas cuevas, hogar de fósiles prehistóricos y peces ciegos adaptados a la oscuridad, son un testimonio de la riqueza geológica de la península de Yucatán. Sin embargo, la falta de regulación estricta ha permitido que buceadores inexpertos dañen las formaciones, lo que ha generado críticas hacia los operadores turísticos.
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Dos Ojos forma parte de la reserva de la biósfera de Sian Ka’an, un área protegida que enfrenta presiones por el desarrollo de proyectos como el Tren Maya. Aunque el cenote no está directamente en la ruta del tren, el aumento de visitantes en la región, que en 2025 alcanzó 928,000 turistas internacionales mensuales en Quintana Roo, amenaza su ecosistema. Ambientalistas advierten que la contaminación por protector solar y la sobreexplotación podrían alterar el equilibrio de este hábitat.
El costo de entrada al cenote, que ronda los 400 pesos mexicanos para acceso general y hasta 4,000 pesos para buceo, ha generado debate. Mientras algunos consideran que los precios ayudan a financiar la conservación, otros los ven como una barrera para los visitantes locales, favoreciendo un turismo extranjero elitista. Esta tensión refleja el desafío de equilibrar la accesibilidad con la protección de un sitio frágil.
La experiencia en Dos Ojos incluye actividades como snorkel, nado y caminatas por los senderos del parque, pero las regulaciones son estrictas: no se permite el uso de protectores solares químicos ni el ingreso de alimentos. A pesar de estas medidas, reportes de 2025 indican un aumento en plásticos y desechos en las áreas circundantes, lo que ha llevado a llamados para limitar el número de visitantes diarios, una propuesta que enfrenta resistencia de los touroperadores.
La importancia cultural del cenote también es notable. Para los mayas, los cenotes eran portales al inframundo, utilizados en ceremonias y como fuentes de agua. Esta herencia atrae a viajeros interesados en la historia, pero la comercialización del sitio, con souvenirs y tours masivos, ha sido criticada por trivializar su valor cultural. Algunos piden una mayor participación de las comunidades mayas en la gestión del cenote.
El sistema Sac Actun, al que pertenece Dos Ojos, es un hotspot para la investigación científica, con hallazgos como el esqueleto de Naia, una joven de hace 13,000 años. Estos descubrimientos subrayan la importancia del cenote como archivo prehistórico, pero también lo exponen a riesgos por la explotación turística. Los científicos han pedido zonas restringidas para proteger áreas no exploradas, aunque esto chocaría con los intereses económicos.
En 2025, Dos Ojos sigue siendo un destino imperdible, con sus aguas turquesa y su atmósfera mística. Sin embargo, el aumento del turismo, que generó 1.2 millones de visitantes a cenotes en Quintana Roo el año pasado, pone en riesgo su sostenibilidad. Iniciativas como limpiezas comunitarias y campañas de educación ambiental buscan mitigar el impacto, pero requieren mayor apoyo gubernamental para ser efectivas.
El Cenote Dos Ojos es un recordatorio de la belleza y fragilidad de los ecosistemas mexicanos. Mientras los viajeros se maravillan con sus cuevas y aguas cristalinas, la pregunta persiste: ¿podrá México proteger esta joya natural frente al auge turístico? La respuesta dependerá de un compromiso colectivo para priorizar la conservación sobre las ganancias a corto plazo.