Cuando se habla sobre el calentamiento global, todos los dedos suelen apuntar a un mismo culpable: el dióxido de carbono (CO2).
Este es un gas que producimos cuando quemamos combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Pero según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -más conocido por sus siglas en inglés, IPCC-, más de un cuarto del llamado “efecto invernadero” es causado por otro gas: el metano (CH4).
Aunque lo de las vacas puede sonar un tanto jocoso, lo cierto es que el CH4 preocupa bastante a los expertos porque es un gas muchísimo más dañino para nuestro medio ambiente que el dióxido de carbono.
Los superemisores son equipos, instalaciones u otras infraestructuras que -en general por culpa de fallas- padecen fugas masivas de metano.
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Estos enormes escapes pueden llegar a durar semanas, liberando gigantes cantidades de CH4 a la atmósfera.
Aunque la mayoría de las superemisiones ocurren en la industria del petróleo y el gas, también se pueden producir durante la extracción de carbón y en vertederos muy grandes, como puedes ver en este mapa.
Un estudio liderado por el científico Thomas Lauvaux del Laboratorio de Ciencias Ambientales y del Clima de la Universidad de Saclay, en Francia, publicado en 2022 en la revista Science, estimó que entre 2019 y 2020 los superemisores liberaron cerca de 8 millones de toneladas métricas de metano al año durante la producción de petróleo y gas.
Eso equivale a entre el 8% y el 12% de las emisiones globales anuales de CH4.
Cómo lo detectan
Giulia Ferrini, quien trabaja en la puesta en marcha del IMEO, señaló a BBC Mundo que para descubrir dónde ocurren las pérdidas “actualmente estamos limitados por imágenes satelitales provenientes del espacio”.
Estas imágenes son obtenidas por sensores especiales capaces de detectar la presencia de metano.
Por ejemplo, los investigadores franceses y estadounidenses que publicaron el estudio sobre superemisores en Science utilizaron información obtenida por el Sentinel-5 Precursor, un satélite de observación terrestre desarrollado por la Agencia Espacial Europea (AEE).
El satélite llevó un sensor llamado Tropospheric Monitoring Instrument (más conocido como Tropomi), que logró detectar cerca de 1.800 superemisiones de metano entre 2019 y 2020.
Ferrini advierte que el uso de imágenes satelitales tiene sus limitaciones.
Solución a corto plazo
Los expertos en combatir el cambio climático no solo se han enfocado en reducir las emisiones de metano debido a que es mucho más dañino que el C02. También lo pusieron como meta porque sería la solución más rápida.
Esto se debe a que un aspecto positivo del CH4 es que tiene una vida atmosférica mucho más corta que el dióxido de carbono (alrededor de 12 años en comparación con los siglos que dura el CO2).
Por ello, si se logra frenar las emisiones de este gas, en poco más de una década deberíamos ver un cambio muy positivo.
Con esto en mente, el IMEO ha propuesto una ambiciosa meta: “si se reduce el metano antropogénico (de origen humano) en un 45% en este decenio, se mantendría el calentamiento por debajo del umbral establecido en el Acuerdo de París”, detalla en referencia al límite de 1.5ºC.
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Con información de BBC